2008/04/30

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VIDEO CONFERENCIAS DE MIGEL ANGEL CORNEJO
Revolucion de Valores Lic.Miguel Angel Cornejo Miércoles 26 de Setiembre 2007
Discusión Moderador Dr. Juan Carlos Salas S Ver Resumen
Estrategias para Triunfar Lic.Miguel Angel Cornejo Miércoles 03 de Octubre 2007
Discusión Moderador Dr. Pablo Tejada M Ver Resumen
Tiempos de Competir Lic.Miguel Angel Cornejo Miércoles 10 de Octubre 2007
Discusión Moderador Dr. Martín Castillo Ver Resumen
El Cliente es lo Primero. Lic.Josefina Vasquez Miércoles 17 de Octubre 2007
Discusión Moderador Lic. Lucy Díaz Dávila Ver Resumen
El ser Excelente Lic.Miguel Angel Cornejo Miércoles 24 de Octubre 2007
Discusión Moderador Dr. Nilton Mancilla Palacios Ver Resumen


Libro Martha Alicia Alles
Desarrollo del talento Humano conceptos
El talento humano en las organizaciónes
Desarrollo del talento humano como ventaja competitiva
Politicas para el desarrollo de recursos humanos
Entrevista a la Dra. Martha Alles
Diagnostico situacional del desarrollo de recursos Humanos
Desarrollo y capacitación
Gestion del TH Emagister otro Pdf
Formación del Talento H
Desarrollo del talento H Basado en competencias
Desarrollo Humano Video


Stephen Covey 7 habitos de la gente altamente efectiva
7 Habitos de la gente altamente efectivas stephen Covey
La vida te puede sonrreir
Soy el responsable de mis actos
7 Habitos de la gente altamente efectiva I efectiva II efectiva III efectiva IV efectiva V
Prioridades en la Vida (Stephen R. Covey)
8vo Habito Stephen Covey en ingles
Story at sea Stephen Covey en ingles
Four assumption Stephen Covey en ingles
Five Economics eras Stephen Covey en ingles
Goals and Priorities Stephen Covey en ingles
Metas y Principios Goool Stephen Covey
Principios Stephen Covey
Paradigmas stephen Covey
Conocer las metas Francklin Covey

2008/04/29

"Estamos hechos de la misma materia que los sueños" Shakespeare.

La época de Shakespeare fue una época de marcada individualización, emanada de las reflexiones filosóficas sobre el hombre, nacida del estudio empírico de las pasiones y de la teoría de los caracteres, surgida de un estilo de vida caballeresco y cortesano. Shakespeare es el vidente de la individualización, debe sus logros a esta captación de la historia que vivió.

Hamlet, en sí mismo, encarna la mayor contradicción como si tuviera una doble naturaleza: él impulsa a la venganza y a la reflexión que lo cohíbe. Hamlet tiene un gran incentivo para tomar venganza, por eso mismo resalta más su indecisión. Esta doble tendencia muestra la polarización de los intereses del hombre: o mucha acción, muy propia del Renacimiento, o mucha duda propia del Barroco.

Pareciera que Hamlet resumiese esa dicotomía natural del hombre; volcarse hacia las cosas o sumergirse en su vida interior. Hamlet es irresoluto y a la vez vacilante, unas veces el deber lo obliga a actuar -como cuando mata a Polonio- ; otras, la reflexión lo detiene; vacila pero no se resiste a tomar venganza. Hamlet es un egocéntrico, individualista, ser él, nunca parecer ser él, es decir, autenticidad, por eso su resistencia a la acción hasta no estar plenamente seguro y convencido.
Hamlet huye de su tarea heroica y porque sabe que la muerte engendra muerte y la venganza más odio y venganza.
Hamlet patentiza la lucha entre la razón y la locura, entre el bien y el mal, indagando en los sentimientos y pasiones humanas"
  • “Hamlet, pensad en mí como en vuestro padre…sin menguar jamás la nobleza de amor con la que el amante padre engendra al hijo amado”

  • “Siendo nuestra razón llevar dolor en el corazón”

  • “Con sabio dolor pensaremos en él, sin olvidarnos de nosotros mismos”

  • "El tiempo es vuestro, como nuestras mejores dotes gastadlo a capricho"

  • “Todo cuanto vive debe morir, es el paso de la naturaleza a la eternidad”

  • “Parece, no, lo es… eso es lo que parece. Son las acciones que un hombre acentúa, más yo tengo lo que está por detrás…”

  • “¡Ah! Si esta sólida carne pudiera derretirse y disolverse en el roció, o que el eterno no hubiera fijado su mirada contra la autodestrucción, ¡Oh, señor!, ¡Dios!, que rancias malas vacías e inútiles me parecen las funciones de este mundo”

  • “Fragilidad de un hombre es mujer”

  • “Sed sencillo, más lo ruego nunca se es vulgar”

  • “Prestad oídos a todos, pero a pocos la voz”

  • “El hábito refleja al hombre”

  • “Sed sincero, y sucediéndose esto como la anoche al día, no podréis ser falso nunca con nadie”

  • “Mientras, alma mía descansa”

  • “Suele a ciertos hombres pasar, que poseen algún vicioso estigma natural, que sus virtudes siendo puras como la gracia, son tomadas en general censo cual corruptas…”

  • “Mujer, perniciosa mujer”

  • "Existen más cosas en el cielo y en la tierra que las que sueñas en tu filosofía.

  • “El día es día, la no noche es noche y el tiempo es tiempo. Y no es dado perder, día, noche y tiempo, así pues ser breve es esencia de talentos”

  • “Escuchad y discernir”

  • “Dudad que la verdad sea falsa, más nunca dudéis de mi amor”

  • “Ser un honrado mortal, pues el ser honrado, como va este mundo, es ser un hombre entre diez mil”

  • “¡Palabras!, ¡palabras!, ¡palabras…!”

  • “No osareis señor tomar de mí nada que yo de mi parte no os quiera dar, excepto mi vida, mi vida…”

  • “La demencia en los grandes, ciertamente, no debe quedar sin vigilancia”

  • "Ser o no ser, eh ahí el dilema"

  • “Acaso, es más noble para el espíritu sufrir los infortunios y dardos de la atroz fortuna o tomar las armas contra un mar de tribulaciones y afrontándolas, eliminarlas”

  • “Morir, dormir, no más. Y al dormir, decir que terminar el dolor y los mil naturales desmayos que son propios de la carne. Consumación devotamente deseada. ¡Morir, dormir. Dormir, y soñar tal vez, eh ahí el sarcasmo! ya que en el sueño de la muerte que sueños vendrán”

  • “Cuando estés libre del torbellino mortal, debemos hacer pausa. Existe el respeto que hace calamitosa la tan larga vida, pues quien soportaría los latigazos y escarnios del tiempo, el ultraje del soberbio…”

  • “La conciencia nos vuelve cobardes a todos”

  • “Nada hay bueno o malo si el pensarlo no lo gobierna”

  • “La sustancia del ambicioso es solamente la sombra de un sueño”

  • “Hay algo de confesión en vuestra mirada”

  • “Este bravo firmamento que nos cubre, no significa nada… más que una sucia y pestilente congregación de vapores”

  • “¿Qué obra de arte es el hombre?, ¡Cuán noble en raciocinio!, ¡Cuán infinitivo en facultades! En forma y movimiento, ¡cuán expresivo y admirable! En acción es como un ángel, en comprensión es como un dios. La belleza del mundo, el arquetipo de los seres, y para mí qué es esa quinta esencia del polvo... No me deleita el hombre…”

  • "No extiendas estiércol en las malas hierbas para hacerlas más pútridas"

  • “Ser lioso es muy riesgoso”

  • “Cuando las penas viene jamás vienen ellas solas, sino en batallones”

  • “Cuán aborrecible es en mi imaginación, me da asco verlo, dónde están sus bromas ahora…Ni una broma queda ya para burlarte de tu propia muerte”

  • "De todas las maravillas que he oído, la que mayor asombro me causa es que los hombres tengan miedo"

  • "Estamos hechos de la misma materia que los sueños"

  • "La vida es una historia contada por un idiota, una historia llena de estruendo y furia, que nada significa"

  • "Mira que a veces el demonio nos engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes"

  • "Adiós mi príncipe, que el aleteo de los ángeles vuelen en tu descanso"

  • “Conocer bien aun hombre es conocerse a si mismo”.

  • “Si nuestra mente rechaza algo escucharla”

  • “Ahora o cuando sea, siempre que mis habilidades persistan”

  • “No creo en presagios, desafío a los augurios”

  • “Hay especial providencia en la caída del gorrión, si es ésta la hora no está por venir, si no está por venir ésta es la hora, si ésta no es la hora, aún así vendrá”

  • “La voluntad es el todo”

  • “Así las cosas ignoradas dejaré detrás de mí”

  • “El resto es silencio”

  • “Feliz noche eterna”

2008/04/26

LA NECESIDAD DEL SPANGLISH


En la actualidad ya nadie quiere vivir encasillado en la necesidad de representar una colectividad, la suya probablemente. Hay una multiplicidad de grupos evocados. Me dirijo especialmente a la literatura, la ciencia, la cultura, la tecnología; todos de alguna manera somos fanáticos de la cultura norteamericana desde los años 80, y cuando digo todos, incluyo: adolescentes curiosos, exiliados políticos, turistas que regresan a su lugar de origen, latinos en las universidades norteamericanas, etc. Todos ellos están presentados mediante un habla articulada en un inglés hispanizado que nos deja entrever Latinoamérica.


Nos sentimos obligados a aprender inglés, practicar el contagio de sonidos, expeditiva en nuestra voluntad de comunicación y... celebrar el hallazgo de la palabra adecuada soslayando su origen lingüístico. El spanglish es una versión de este fenómeno. Hay quienes lo reconocen como una lengua que ya tiene su diccionario y otros que observan, con reticencia, que es solo hablado por un grupo cuya inevitable integración en la sociedad estadounidense relegará el spanglish al rincón de las curiosidades históricas.


La realidad cotidiana en Estados Unidos ofrece un abanico idiomático cuya presencia pone entre paréntesis cualquier decisión política sobre edificación de barreras para impedir la inmigración y las supuestas protecciones culturales que proclaman lengua oficial al inglés. Por ejemplo: para los escritores hispanos que escriben en inglés en Estados Unidos, es difícil no sucumbir a la tentación de autorrepresentarse, cultivar exageradas idiosincrasias nacionales y elaborar un mito de identidad étnica que los propone en una clave a la vez exótica y emblemática de un cambio cultural que afecta la definición del país en el cual viven.


La diferencia entre el lugar en el que se vive y el lugar de donde se proviene propone un hueco frecuentemente tramposo por lo nostálgico, que se llena con imágenes musicales, culinarias, sexuales. Ante la hibridez de un idioma que surge de la mezcla, la alternativa es pintar hiperbólicamente a los personajes, sus amores y desengaños. De ese modo, en la localización de lo que se cuenta, los lectores norteamericanos reconocen a su propio país pero también se ilusionan con la idea de que en Cuba o en Puerto Rico la vida, al menos en las novelas llamadas latinas , se experimenta de un modo más intenso.


Y son las palabras importadas del español las que traen consigo una atmósfera por la cual el inglés gana algo que ya tiene en su nueva composición demográfica. La curiosidad con que se lee a los nuevos autores enmascara a menudo el deseo de que sean diferentes, estereotipables, vehículos para emprender un turismo interno que los mantenga separados. La autoexotización para el consumo contribuye a crear esta percepción y cierto público lector se relaciona con las obras con el mismo apetito con que prueba platos regionales. Esta banalización de lo extranjero no es nueva pero es particularmente errónea en Estados Unidos porque el idioma nacional y la tradición literaria se encuentran en una transición cuyas características van mucho más allá de la cuestiones: inmigratoria, productivas e intelectuales.

2008/04/21

Por un país al alcance de los niños... ¡Hermoso!



Gabriel García Márquez

Palabras pronunciadas por el Nobel colombiano durante la ceremonia de entrega del informe de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo.

Los primeros españoles que vinieron al Nuevo Mundo vivían aturdidos por el canto de los pájaros, se mareaban con la pureza de los olores y agotaron en pocos años una especie exquisita de perros mudos que los indígenas criaban para comer. Muchos de ellos, y otros que llegarían después, eran criminales rasos en libertad condicional, que no tenían más razones para quedarse. Menos razones tendrían muy pronto los nativos para querer que se quedaran.

Cristóbal Colón, respaldado por una carta de los reyes de España para el emperador de China, había descubierto aquel paraíso por un error geográfico que cambió el rumbo de la historia. La víspera de su llegada, antes de oír el vuelo de las primeras aves en la oscuridad del océano, había percibido en el viento una fragancia de flores de la tierra que le pareció la cosa más dulce del mundo. En su diario de a bordo escribió que los nativos los recibieron en la playa como sus madres los parieron, que eran hermosos y de buena índole, y tan cándidos de natura, que cambiaban cuanto tenían por collares de colores y sonajas de latón. Pero su corazón perdió los estribos cuando descubrió que sus narigueras eran de oro, al igual que las pulseras, los collares, los aretes y las tobilleras; que tenían campanas de oro para jugar, y que algunos ocultaban sus vergüenzas con una cápsula de oro. Fue aquel esplendor ornamental, y no sus valores humanos, lo que condenó a los nativos a ser protagonistas del nuevo Génesis que empezaba aquel día. Muchos de ellos murieron sin saber de dónde habían venido los invasores. Muchos de éstos murieron sin saber dónde estaban. Cinco siglos después, los descendientes de ambos no acabamos de saber quiénes somos.

Era un mundo más descubierto de lo que se creyó entonces. Los incas, con diez millones de habitantes, tenían un estado legendario bien constituido, con ciudades monumentales en las cumbres andinas para tocar al dios solar. Tenían sistemas magistrales de cuenta y razón, y archivos y memorias de uso popular, que sorprendieron a los matemáticos de Europa, y un culto laborioso de las artes públicas, cuya obra magna fue el jardín del palacio imperial, con árboles y animales de oro y plata en tamaño natural. Los aztecas y los mayas habían plasmado su conciencia histórica en pirámides sagradas entre volcanes acezantes, y tenían emperadores clarividentes, astrónomos insignes y artesanos sabios que desconocían el uso industrial de la rueda, pero la utilizaban en los juguetes de los niños.

En la esquina de los dos grandes océanos se extendían cuarenta mil leguas cuadradas que Colón entrevió apenas en su cuarto viaje, y que hoy lleva su nombre: Colombia. Lo habitaban desde hacía unos doce mil años varias comunidades dispersas de lenguas diferentes y culturas distintas, y con sus Identidades propias bien definidas. No tenían una noción de Estado, ni unidad política entre ellas, pero habían descubierto el prodigio político de vivir como iguales en las diferencias. Tenían sistemas antiguos de ciencia y educación, y una rica cosmología vinculada a sus obras de orfebres geniales y alfareros inspirados. Su madurez creativa se había propuesto incorporar el arte a la vida cotidiana -que tal vez sea el destino superior de las artes-, y lo consiguieron con aciertos memorables, tanto en los utensilios domésticos como en el modo de ser. El oro y las piedras preciosas no tenían para ellos un valor de cambio sino un poder cosmológico y artístico, pero los españoles los vieron con los ojos de Occidente: oro y piedras preciosas de sobra para dejar sin oficio a los alquimistas y empedrar los caminos del cielo con doblones de a cuatro. Esa fue la razón y la fuerza de la Conquista y la Colonia, y el origen real de lo que somos.

Tuvo que transcurrir un siglo para que los españoles conformaran el estado colonial, con un solo nombre, una sola lengua y un solo dios. Sus límites y su división política de doce provincias eran semejantes a los de hoy. Esto dio por primera vez la noción de un país centralista y burocratizado, y creó la Ilusión de una unidad nacional en el sopor de la Colonia. Ilusión pura, en una sociedad que era un modelo oscurantista de discriminación racial y violencia larvada, bajo el manto del Santo Oficio. Los tres o cuatro millones de indios que encontraron los españoles estaban reducidos a no más de un millón por la crueldad de los conquistadores y las enfermedades desconocidas que trajeron consigo. Pero el mestizaje era ya una fuerza demográfica incontenible. Los miles de esclavos africanos, traídos por la fuerza para los trabajos bárbaros de minas y haciendas, habían aportado una tercera dignidad al caldo criollo, con nuevos rituales de imaginación y nostalgia, y otros dioses remotos. Pero las leyes de Indias habían impuesto patrones milimétricos de segregación según el grado de sangre blanca dentro de cada raza: mestizos de distinciones varias, negros esclavos, negros libertos, mulatos de distintas escalas. Llegaron a distinguirse hasta dieciocho grados de mestizos, y los mismos blancos españoles segregaron a sus propios hijos como blancos criollos.

Los mestizos estaban descalificados para ciertos cargos de mando y gobierno y otros oficios públicos, o para ingresar en colegios y seminarios. Los negros carecían de todo, inclusive de un alma, no tenían derecho a entrar en el cielo ni en el infierno, y su sangre se consideraba impura hasta que fuera decantada por cuatro generaciones de blancos. Semejantes leyes no pudieron aplicarse con demasiado rigor por la dificultad de distinguir las intrincadas fronteras de las razas, y por la misma dinámica social del mestizaje, pero de todos modos aumentaron las tensiones y la violencia raciales. Hasta hace pocos años no se aceptaban todavía en los colegios de Colombia a los hijos de uniones libres. Los negros, Iguales en la ley, padecen todavía de muchas discriminaciones, además de las propias de la pobreza.

La generación de la Independencia perdió la primera oportunidad de liquidar esa herencia abominable. Aquella pléyade de jóvenes románticos inspirados en las luces de la Revolución Francesa, instauró una república moderna de buenas Intenciones, pero no logró eliminar los residuos de la Colonia. Ellos mismos no estuvieron a salvo de sus hados maléficos. Simón Bolívar, a los 35 años, había dado la orden de ejecutar ochocientos prisioneros españoles, inclusive a los enfermos de un hospital. Francisco de Paula Santander, a los 28, hizo fusilar a 38 prisioneros de la batalla de Boyacá, inclusive a su comandante. Algunos de los buenos propósitos de la república propiciaron de soslayo nuevas tensiones sociales de pobres y ricos, obreros y artesanos y otros grupos de marginales. La ferocidad de las guerras civiles del siglo XIX no fue ajena a esas desigualdades, como no lo fueron las numerosas conmociones políticas que han dejado un rastro de sangre a lo largo de nuestra historia.

Dos dones naturales nos han ayudado a sortear ese sino funesto, a suplir los vacíos de nuestra condición cultural y social, y a buscar a tientas nuestra Identidad. Uno es el don de la creatividad, expresión superior de la inteligencia humana. El otro es una arrasadora determinación de ascenso personal. Ambos, ayudados por una astucia casi sobrenatural, y tan útil para el bien como para el mal, fueron un recurso providencial de los indígenas contra los españoles desde el día mismo del desembarco. Para quitárselo de encima, mandaron a Colón de isla en isla, siempre a la isla siguiente, en busca de un rey vestido de oro que no había existido nunca. A los conquistadores alucinados por las novelas de caballería los engatusaron con descripciones de ciudades fantásticas construidas en oro puro, allí mismo, al otro lado de la loma. A todos los descaminaron con la fábula de El Dorado mítico que una vez al año se sumergía en su laguna sagrada con el cuerpo empolvado de oro. Tres obras maestras de una epopeya nacional, utilizadas por los indígenas como un instrumento para sobrevivir. Tal vez de esos talentos precolombinos nos viene también una plasticidad extraordinaria para asimilarnos con rapidez a cualquier medio y aprender sin dolor los oficios más disímiles: fakires en la India, camelleros en el Sahara o maestros de inglés en Nueva York.

Del lado hispánico, en cambio, tal vez nos venga el ser emigrantes congénitos con un espíritu de aventura que no elude los riesgos. Todo lo contrario: los buscamos. De unos cinco millones de colombianos que viven en el exterior, la inmensa mayoría se fue a buscar fortuna sin más recursos que la temeridad, y hoy están en todas partes, por las buenas o por las malas razones, haciendo lo mejor o lo peor, pero nunca inadvertidas. La cualidad con que se les distingue en el folclor del mundo entero es que ningún colombiano se deja morir de hambre. Sin embargo, la virtud que más se les nota es que nunca fueron tan colombianos como al sentirse lejos de Colombia.

Así es. Han asimilado las costumbres y las lenguas de otros como las propias, pero nunca han podido sacudiese del corazón las cenizas de la nostalgia, y no pierden ocasión de expresarle con toda clase de actos patrióticos para exaltar lo que añoran de la tierra distante, inclusive sus defectos. En el país menos pensado puede encontrarse a la vuelta de una esquina la reproducción en vivo de un rincón cualquiera de Colombia: la plaza de árboles polvorientos todavía con las guirnaldas de papel del último viernes fragoroso, la fonda con el nombre del pueblo inolvidado y los aromas desgarradores de la cocina de mamá, la escuela 20 de julio junto a la cantina 7 de agosto con la música para llorar por la novia que nunca fue.

La paradoja es que estos conquistadores nostálgicos, como sus antepasados, nacieron en un país de puertas cerradas. Los libertadores trataron de abrirlas a los nuevos vientos de Inglaterra y Francia, a las doctrinas jurídicas y éticas de Bentham, a la educación de Lancaster, al aprendizaje de las lenguas, a la popularización de las ciencias y las artes, para borrar los vicios de una España más papista que el papa y todavía escaldada por el acoso financiero de los judíos y por ochocientos años de ocupación islámica. Los radicales del siglo XIX, y más tarde la Generación del Centenario, volvieron a proponérselo con políticas de inmigraciones masivas para enriquecer la cultura del mestizaje, pero unas y otras se frustraron por un temor casi teológico de los demonios exteriores. Aun hoy estamos lejos de imaginar cuánto dependemos del vasto mundo que ignoramos.

Somos conscientes de nuestros males, pero nos hemos desgastado luchando contra los síntomas mientras las causas se eternizan. Nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más para esconder que para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales, se ganan batallas que nunca se dieron y se sacralizan glorias que nunca merecimos.. Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por perecerse a su historia escrita.

Por lo mismo, nuestra educación conformista y represiva parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que lo transformen y engrandezcan. Semejante despropósito restringe la creatividad y la intuición congénitas, y contrataría la imaginación, la clarividencia precoz y la sabiduría del corazón, hasta que los niños olviden lo que sin duda saben de nacimiento: que la realidad no termina donde dicen los textos, que su concepción del mundo es más acorde con la naturaleza que la de los adultos, y que la vida sería más larga y feliz si cada quien pudiera trabajar en lo que le gusta, y sólo en eso.

Esta encrucijada de destinos ha forjado una patria densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la realidad. Nuestra insignia es la desmesura. En todo: en lo bueno y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruirnos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos intuitivos, autodidactas espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea del dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico. Un éxito resonante o una derrota deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo. Por la misma causa somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir. Al autor de los crímenes más terribles lo pierde una debilidad sentimental. De otro modo: al colombiano sin corazón lo pierde el corazón.

Pues somos dos países a la vez: uno en el papel y otro en la realidad. Aunque somos precursores de las ciencias en América, seguimos viendo a los científicos en su estado medieval de brujos herméticos, cuando ya quedan muy pocas cosas en la vida diaria que no sean un milagro de la ciencia. En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas sin castigo. Amamos a los perros, tapizamos de rosas el mundo, morimos de amor por la patria, pero ignoramos la desaparición de seis especiales animales cada hora del día y de la noche por la devastación criminal de los bosques tropicales, y nosotros mismos hemos destruido sin remedio uno de los grandes ríos del planeta. Nos indigna la mala imagen del país en el exterior, pero no nos atrevemos que muchas veces la realidad es peor. Somos capaces de los actos más nobles y de los más abyectos, de poemas sublimes y asesinatos dementes, dé funerales jubilosos y parrandas mortales. No porque unos sacamos buenos y otros malos, sino porque todos participamos de ambos extremos llegado el caso -y Dios nos libre- todos somos capaces de todo.

Tal vez una reflexión más profunda nos permitiría establecer hasta qué punto este modo de ser nos viene de que seguimos siendo en esencia la misma sociedad excluyente, formalista y ensimismada de la Colonia. Tal vez una más serena nos permitiría descubrir que nuestra violencia histórica es la dinámica sobrante de nuestra guerra eterna contra la adversidad. Tal vez estemos pervertidos por un sistema que nos incita a vivir como ricos mientras el cuarenta por ciento de la población malvive en la miseria, y nos ha fomentado una noción instantánea y resbaladiza de la felicidad: queremos siempre un poco más de lo que ya tenemos, más y más de lo que parecía imposible, mucho más de lo que cabe dentro de la ley, y lo conseguimos como sea: aun contra la ley. Conscientes de que ningún gobierno será capaz de complacer esta ansiedad, hemos terminado por ser incrédulos, abstencionistas e ingobernables, y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros piensa que sólo depende de sí mismo. Razones de sobra para seguir preguntándonos quiénes somos, y cuál es la cara con que queremos ser reconocidos en el tercer milenio.

La Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo no ha pretendido una respuesta, pero ha querido diseñar una carta de navegación que tal vez ayude a encontrarla. Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación, desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aprovecha al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética -y tal vez una estética- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños.

"SOMOS INDIVIDUOS ÚNICOS, PORQUE ASÍ LO DETERMINA LA GENÉTICA"





Esta es una entrevista al biólogo Pierre Magistretti, que rescata el aporte del psicoanálisis, y que ofrece valiosa información:

"SOMOS INDIVIDUOS ÚNICOS, PORQUE ASÍ LO DETERMINA LA GENÉTICA"

Lo afirma el biólogo Pierre Magistretti, que rescata el aporte del psicoanálisis. “Si el descubrimiento del genoma fue algo así como el hallazgo de nuestro alfabeto interior, ahora viene lo mejor: descubrir la manera en que cada ser humano escribe con esas mismas letras su propia novela, ya que estamos genéticamente determinados para ser únicos.”

El hombre que enuncia con tanta claridad cuál será el desafío de la ciencia en los próximos años se llama Pierre Magistretti. Experto en neurobiología, con significativas contribuciones al estudio del metabolismo de la energía cerebral, este científico suizo que obtuvo en 2002 la medalla Emil Kraepelin del instituto alemán Max Planck pasó hace algunas semanas por Buenos Aires y ofreció una conferencia en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

Codirector del Brain Mind Institute y director del Center for Psychiatric Neuroscience en la Universidad de Lausana, Suiza, Magistretti no vino solo. Lo acompañó otro investigador cuyo campo de acción podría resultar, a simple vista, incompatible con el suyo: el psicoanalista François Ansermet. Ambos son autores de A cada cual su cerebro (Katz Editores), un ensayo que deja de lado el prejuicio de la incompatibilidad y propone, en cambio, un encuentro posible: el de la neurobiología y el psicoanálisis. Su propuesta parte de una idea muy clara: así como para el psicoanálisis el sujeto ha sido, históricamente, un ser único "como excepción a lo universal", también ahora debería ser único para las neurociencias. ¿Por qué? "Porque, a diferencia de lo que se creía antiguamente, los últimos hallazgos indican que el cerebro es un órgano dinámico que ya no puede ser considerado como una organización definida y fija de redes de neuronas". Por lo tanto, funciona en cada persona de un modo singular. Ahora, el sujeto del psicoanálisis y el de las neurociencias es el mismo, afirman los autores del libro. Y lo es en tanto que existe un concepto que une ambas miradas: el de la plasticidad neuronal.

-¿Podría explicar en qué consiste esa plasticidad?
-En cada uno de nosotros, la experiencia deja una huella. Y existe un puente claro entre la huella psíquica y la huella sináptica, es decir, la que se produce en la instancia de intercambio de información entre las células cerebrales. En otras palabras: antes pensábamos que el cerebro era un órgano genéticamente determinado, con ciertos mecanismos fijos de tratamiento de la información. Ahora sabemos que, gracias a la plasticidad, nuestra red neuronal es modulable por los acontecimientos y por la experiencia y que esa experiencia modifica en forma permanente las conexiones entre las neuronas. Los mecanismos de plasticidad operan durante toda la vida. El acontecimiento y la experiencia siempre pueden modificar un estado anterior. -¿Esa concepción otorga espacio a lo singular, como lo hace el psicoanálisis, pero desde el punto de vista biológico?

-Sí. Podemos decir que el individuo está genéticamente determinado para no estar genéticamente determinado. O que estamos genéticamente determinados para ser únicos, en tanto que, como lo expresan científicos de la talla de V. G. Cheung y R. S. Spielman, dentro de la realización del programa genético de cada persona hay un lugar reservado a la experiencia y, por lo tanto, a la contingencia y a lo imprevisible. -Desde mediados del siglo XX se habla mucho de la predisposición genética, que luego es moldeada por el entorno, el medio ambiente, la cultura. Se dice que un individuo puede tener una predisposición genética que lo lleva a sufrir una depresión y que esa enfermedad podrá desarrollarse, o no, según la participación de otros factores. ¿En qué se diferencia esta visión de la que usted plantea?

-Desde cierto enfoque de la genética, la aparición de una enfermedad dependerá de la interacción entre el genotipo y el medio ambiente. Es un modelo de interacción: la expresión genotípica está modulada por el afuera. En cambio, para nosotros el concepto de interacción debería ser reemplazado por el de plasticidad, que integra genoma y ambiente en un mismo nivel lógico: genotipo y ambiente se combinan por medio de esa plasticidad para producir un genotipo único e irrepetible. La diferencia es que la determinación genética no es mayor que la ambiental o la psíquica; todas se articulan en forma permanente y durante toda la vida.

-Si a fines del siglo XX la "estrella" de la ciencia fue la biología del gen, ¿ahora vamos hacia una biología de la mente, según lo propone, entre otros, el premio Nobel de Medicina Eric Kandel?

-Así es. La biología mental está sólo parcialmente determinada por la biología del gen. Y algo más: si ahora estamos viendo cómo escribimos nuestras propias novelas con las letras contenidas en nuestro mapa genético, también deberíamos cambiar el concepto de desarrollo (algo ya programado genéticamente) por el concepto de devenir: un proceso no determinado, que deja lugar a la contingencia.

-¿Se puede hablar de una biología del inconsciente?
-Lo que nosotros decimos es que se le puede atribuir un estatus biológico al inconsciente. Pensemos en situaciones en las que aparece una fantasía en un paciente que está en tratamiento psicoanalítico. En esas situaciones, la plasticidad le permitirá a ese sujeto liberarse de un escenario fantasmático fijo y utilizar esa fantasía, en lugar de ser esclavo de ella.

-Pero actualmente están en boga otro tipo de tratamientos "psi", como las terapias cognitivo-conductuales...

-Mire, le voy a dar otro ejemplo: si una persona les tiene miedo a los perros y le cuenta a su terapeuta que de chica fue mordida por un perro, una terapia cognitivo-conductual probablemente la ayude a tratar su miedo o su fobia. Pero si, en cambio, ese miedo está asociado con un problema más profundo, que quizá resida en la relación de esa persona con alguno de sus progenitores, eso es imposible de curar con una terapia que trabaje sobre lo consciente. El individuo en cuestión necesita resignificar eso que le pasa, y lo importante es marcar las diferencias: en el primer caso, existe un reporte directo entre experiencia y huella; en el segundo caso, hay una discontinuidad debida a que existieron reasociaciones o nuevos significados que separaron la experiencia de la huella. Todos esos procesos nos llevan de nuevo a destacar la riqueza de la plasticidad.

-En la Argentina se suele decir que no tenemos memoria como sociedad, sobre todo a la hora de votar. ¿Estos descubrimientos también podrían aplicarse a cuestiones que van más allá del individuo, como por ejemplo el tema de la memoria colectiva?
-No creo mucho en el concepto de memoria colectiva. Creo que existen individualidades y relaciones interpersonales. La cultura determina individualidades. Después, hay memorias individuales que pueden interactuar, pero no imagino que podamos llegar a hablar de una memoria colectiva neurobiológica. Eso mejor se lo dejamos a la sociología o a otras disciplinas.

-¿Qué diría Sigmund Freud de las teorías que usted sostiene?
-No creo que se sorprendiera. En su Proyecto de una psicología científica , de 1895, él ya entendía el rol de la plasticidad en el aprendizaje y en la memoria. Antes de Freud, Santiago Ramón y Cajal ya había hablado de la "gran movilidad inicial de las expansiones de la neurona". En los años 40, Donald Hebb también retomó el término. Freud fue original, porque dijo que no existía una sola inscripción de la experiencia. Por eso yo creo que hoy el psicoanálisis es un campo válido, importante e interesante. En este momento existen muchas presiones desde la psicología cognitiva que lo consideran perimido. Y a mí me parece que no podemos encarar lo que nos pasa como si las personas no tuvieran inconsciente. En este sentido, hasta hoy, no existe ninguna disciplina que haya encontrado una mejor manera de abordar los procesos inconscientes que el psicoanálisis.

-Eso suena raro en boca de un neurobiólogo...
-Bueno, eso es lo que pienso. Al igual que las neurociencias, el psicoanálisis tiene futuro. Hoy, a la luz de los mecanismos biológicos encontrados, las neurociencias deberían tomar del psicoanálisis las herramientas que les permitieran concentrarse en los aspectos únicos del sujeto. Por su parte, los psicoanalistas deberían seguir a Lacan, que en 1965 se preguntó por la existencia de una ciencia que incluyera al psicoanálisis. Creo que ambos pueden nutrirse del concepto de plasticidad y trabajar, en los próximos años, en el devenir de cada sujeto... y de cada cerebro.


Extraído del diario La Nación...

2008/04/19

La sexualidad humana


EL EJERCICIO DE LA SEXUALIDAD

1) En el plano teórico

La unión matrimonial de la que hablábamos anteriormente cobra en esta parte su total plenitud, pues es el modo natural de dar origen a una nueva vida, la corporalidad hace posible la formación de la vida humana. En ella se expresa y realiza la unión de intimidades, la donación completa de las personas, la sexualidad reside en esta donación amorosa y abierta a la fecundidad.

Tenemos dos modos de perder el sentido humano de la sexualidad. Uno consiste en despojarla de fecundidad: es la unión sin la consecuencia natural de un nuevo ser. Es algo que se puede hacer de manera sistemática mediante el auxilio de medios técnicos que modifiquen el comportamiento cíclico y de naturaleza, tan extendido en la actualidad. La otra es ejercer la sexualidad sin el amor y plena donación al otro, lo cual se convierte en una mentira, ya que considera al cuerpo como algo disponible y no como elemento personal. La sexualidad despojada de sus componentes naturales se convierte en un gesto vacío y falseado y no humano.

Es verdad, se ha dicho que en la fecundidad de la sexualidad humana lo más obvio e inmediato en ella es lo biológico y sensible como satisfacción del instinto y aseguramiento de la descendencia. Es verdad también que el hombre es verdaderamente animal, pero el mejor dotado de la naturaleza con su inteligencia, pero requiere establecer vínculos y en ello ayudan la sexualidad. Por esa misma inteligencia descubre la sexualidad como un poder creador inscrito en la propia naturaleza.

Cada hombre existe, toma su origen, en el ejercicio de la sexualidad por parte de sus padres. La importancia de la sexualidad está estrechamente vinculada con la conciencia del carácter único que tiene la persona y reclama para su origen una forma misteriosa y en definitiva trascendente, por ello su origen no puede entenderse como completamente inmerso en los meros procesos por medio de los cuales la materia se multiplica. El carácter misterioso del origen de la persona es causado por el ejercicio de la sexualidad, la sexualidad misma había de ser considerada como manifestación de una fuerza trascendente.

Todo hombre es hijo y nunca deja de serlo, ser hijo incluso es más radical que ser varón o mujer, porque indica el modo de originarse uno mismo. Todos nacemos de unos padres concretos. Nacer significa que uno se encuentra existiendo, no como ser arrojado al mundo, sino como hijo de alguien. La experiencia más común nos dice que nos hemos encontrado a nosotros y nosotras mismas en brazos de nuestros padres, de aquí la filiación: mi origen como persona son otras personas, eso significa dependencia de origen. Ser hijo significa pertenecer a una familia entendida como una comunidad de personas ligadas a una comunidad de origen.

Ser padre y ser madre además de la dignidad remarcada líneas arriba tienen unos rasgos y tareas propias. Ambos son modelo en el ser y en el obrar de los hijos y les corresponde ayudar a estos. Ambos sustentan en el ser a los hijos y los mantienen unidos a sí, como al principio. La tarea de tener hijos es la más creadora de todas las tareas humanas, porque supone crear otros “yos” y eso es un largo y amoroso trabajo de educación y ayuda: todos los actos del amor se cumplen en ella de modo eminente.

El sexo y su trivialidad.

Como sabemos el acto sexual y la conducta a él referente tiene un sentido propio en su génesis, culminación y consecuencia, que es benevolente y le hace ser lo que verdaderamente es. Entendido así enriquece al eros: el amor de donación recíproca y única del varón y la mujer abierto al hijo como don y protegido mediante el matrimonio.

Decimos que el sexo se toma de modo trivial por que su valor ha disminuido, ya no está incrustado en la intimidad más recóndita del núcleo familiar y en el misterio de la vida humana. Hoy se da una tendencia a disponer de él y de la sexualidad para diversos fines:
Para llevar a cabo una investigación científica, con propósitos terapéuticos y funcionales, según los cuales la actividad sexual es necesaria para la buena salud psíquica y física de la persona; la castidad se presenta por parte de algunos como una perjudicial represión de las fuerzas naturales.

Hoy se piensa que el sexo se elige y la propia identidad sexual se construye, a partir de una elección entre varias opciones, que se presentan como igualmente respetables y defendibles, puesto que no hemos de imponer a los demás nuestros valores, como tampoco hemos de censurar opciones que no querríamos para nosotros: es una extensión del ya presentado planteamiento de la libertad y la tolerancia.

Se busca el sexo seguro, sexo con anticonceptivo, que evita la fecundidad, pero de consecuencias desagradables, porque es una técnica que permite trocear el acto sexual. Y la pregunta es ¿por qué se hace? Por evitar las consecuencias. Es una intervención técnica aplicada con la intención de reemplazar un proceso natural. De este modo todo el misterio de la donación, la ilusión de darse y de recibir al otro, viene sustituido por un producto que resulta impersonal en la medida en que el otro es sustituible por cualquiera.
Por tanto, se viven experiencias sensibles, pero no interiores, un mundo sin eros se hace átono, gris, físico, calculable, ya no es maravilloso. El sexo es ahora un juego del que se hace uso, si sale mal, la solución es el aborto. El sexo seguro supone una violación del sentido humano de ese acto, pues desde él no se toma el amor suficientemente en serio y así resulta muy difícil escapar a la tentación de someterlo a fines nacidos del interés. Tomarse el amor en serio significa dejarle ser lo que es, respetarlo, ser benevolente con él, descubrir su sentido: formar parte de un proyecto vital compartido entre personas que libremente, se dan como mutuo apoyo y origen de otras personas. Si se toma a la ligera cierra el camino para el amor pleno.

La boda es la fiesta colectiva. Y la fiesta hay que definirla como la celebración pública de la plenitud humana. En la boda se pisa el umbral de una casa donde no sabemos quiénes vivirán, empieza una historia que no sabemos cómo terminará y que deseamos que sea feliz. Allí comienza una aventura: es el encargo originario de perpetuar la familia. El sexo seguro, por contraste, carece por completo de fiesta y de historia posterior: se hace rutinario, pues no remite más que a sí mismo. La sensación amarga del egoísmo implica que al día siguiente sea mejor no hablar de él.

El sexo seguro- preservativo en la mentalidad y las costumbres dominantes, esta parece ser la elección más sensata y decididamente lícita. Pero para ver lo insostenible de esa valoración, es suficiente tener presente, que el preservativo solo reduce, no elimina el riego de, aparte de matar, contraer una serie de enfermedades. Estos riesgos no son algo de poco peso, sirve en su totalidad la argumentación adoptada en la valoración ética de las relaciones conyugales normales: el amor es el que exige la exclusión de cualquier comportamiento que ponga en riesgo la salud y la vida de la persona amada.

Un encuentro ...dónde está la luna


Encuentro

Sin cavilar, ni razonar
el miraba mi sombra
yo miraba su ser.

Creí encontrar lo maravilloso
Pero tropecé con mi desdén.
Impacto su garbo, su sonrisa muda
que hablaba por los nervios de su piel.

Contemplaba con la miraba turbia
toda la figura de aquel sueño
que se formó en él.
Vibraban sus venas
Por su necesidad de sed

En medio del disturbio
no había nada que calmara
su ansiedad, como mi respuesta
de un sí frente a él

Escuche sus falacias,
sus onírias y sonrisas vanas
y en un instante caía sobre él.

Así empezó este desorden
Contra el que tanto luche
No ubique las estrellas,
ni vi el sol al amanecer
la luna no encontró aposento
y me sorprendió dormida
soñando con él,

Observe su mirada
entristecida pronunciaba
“las verdades son verdades”,
tú sola las vas a descubrir.

Hoy que la busco
para hacer menos penosa
la noche de octubre
martilla en mi cabeza
“sola las vas a descubrir”.

El placer de escribir


EL PLACER DE ESCRIBIR

El acto de escribir para algunos es una tarea sencilla, para otros se constituye en una complejidad, de alguna manera, todos sentimos la necesidad de escribir. A propósito Isabel Allende decía: “Yo siento que el escribir es una celebración de la vida, son las ganas de contar, de comunicarse…” ¡Delicia de escribir!. Suficiente razón para que el acto de escribir sea una acción dinámica, abierta y variable, de utilidad para la vida personal, profesional y laboral. Es el ejercicio que permite también el logro de la aspiración personal, familiar y social. La escritura es, entonces, un proceso cognitivo y afectivo que debe orientarse y aprenderse, consecuentemente mediante estrategias diferenciadas, en razón de ello, acudimos hoy a un nuevo rumbo de la ESCRITURA.

Ahora que “proso estas líneas”, tal vez no convenga recordar, pero igual viene a la memoria una experiencia de escribir no tan grata. Recuerdo aquellas largas horas en la aburrida tarea de hacer “planas”. Nuestra querida maestra decía: “cincuenta veces a reescribir la misma palabra”, esto si no eran cien…, labor interminable, el hecho era aprender caligrafía y ortografía. Si continuamos recordando no importaba el tiempo invertido que tomaba la maestra dictando la clase, copiar los textos escritos en la pizarra, o transcribir fielmente el contenido de algún libro al cuaderno… ¡Ah! Tal vez el bostezo se mitigaba cuando se tenía que elaborar la acostumbrada composición sobre las vacaciones o el poema para mamá. Quién sabe si nuestra maestra como toda visionaria encontraba ya el camino para darle un nuevo matiz a la escritura, entonces nos dejaba redactar libremente textos y expresar ideas, sueños, fantasías, temores, comunicar noticias o transmitir información.
En estos tiempos orientar el aprendizaje de la escritura obedece a un enfoque comunicativo distinto. Las escuelas tienen como prioridad desarrollar la capacidad de escribir. Pues se espera que el estudiante redacte en forma clara, coherente y ordenada, con el objetivo de que descubran el significado de las cosas y desarrollen la habilidad de usar la escritura como una manera de expresar ideas, pensamientos, emociones. Todo maestro creativo sabe que la escritura debe estimular hasta las habilidades más complejas del pensamiento como: construir conexiones lógicas, comparar, contrastar, solucionar problemas y sustentar adecuadamente argumentos y conclusiones.
Daniel Cassany y María Teresa Serafini señalan que el escribir es producto de operaciones elementales que se inicia con la selección de un tema y un conjunto de ideas vinculadas a él. Escribir como macrocapacidad implica capacidades específicas que deben ser objeto de atención didáctica en las aulas. Esto significa ir desarrollando de manera secuencial las capacidades, sin olvidar que el objetivo es uno e integral, expresarse a través de la escritura, tomando en cuenta los siguientes criterios básicos:
FCONSISTENCIA E INTEGRACIÓN. Significa determinar una idea central y la conexión que debe percibirse entre todas las ideas esparcidas en el texto.

FESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN. Se precisa la estructura del texto sea narrativo, descriptivo, con el fin de ordenar y relacionar las distintas partes que lo conforman y lograr la unidad textual. (Cuento, ensayo)
FVOCABULARIO. Las locuciones a usar deben ser precisas, de tal forma que transmitan con claridad, naturalidad y en forma interesante el mensaje.
FESTILO/EXPRESIVIDAD. El redactor debe ser original y creativo para motivar al lector y lograr la conexión con éste.
FRELACIONES MORFOSINTÁCTICAS. No perder de vista el dominio de las normas gramaticales que rigen el uso correcto del lenguaje.
FORTOGRAFÍA. Observar las normas de acentuación, puntuación y el uso correcto de letras.
FLEGIBLE Y CLARO. Es un elemento esencial para la comprensión de un texto manuscrito, de considerable importancia y dedicación, sobre todo en este contexto en el cual cada día escribimos menos.

El misterio del dolor


Para mi gran amigo y consejero

EL MISTERIO DEL DOLOR

Lo dice nuestra experiencia: el dolor forma parte de nuestra vida diaria; tenemos dolores del cuerpo y dolores del alma. El dolor nos acompaña desde el nacimiento hasta la muerte. Es muy duro levantarse todos los días con dolores, sentir disminuir las fuerzas, pero en medio de ellas una firme esperanza y un grito: "Padre, si es posible aparta de mí este cáliz". Y en ese mismo grito sientes que una mano te sustenta, una mano palía. Otras veces el silencio pesa y esa parece ser la respuesta. Todo es oscuro, inmenso y se hace Presencia en la mirada, entonces confesamos como Job: "Antes te conocía de oídas, pero ahora te han  visto mis ojos..."

El Rvdo. P. Edwin Santa Cruz Pérez, capellán de mi escuela, a quien consideramos nuestro gran amigo, es un sacerdote joven amante de la voluntad del cielo, y es que a veces el preciado paraíso le pide mucho, pero él con garbo busca siempre la ayuda de su Maestro; lo más sorprendente, es su gozo de saber- como bien lo expresa él- que en la carga de la Cruz el Maestro lo acompaña. Son cuatro años de amistad con una bala alojada cerca a la columna. No reniega de su estado, no sanciona el atentado. Es verdad que su situación es dura, pero en el dolor surge su consentimiento de que no va a fallar la Gracia que le permita vencer esa batalla estupenda, que obviamente durará  lo que Nuestro Creador disponga. La Gracia, poco a poco, como lo vemos hoy, lo ayuda a realizar  una labor sacerdotal que por sus condiciones puede ser "más sacerdotal", muy unido a la única víctima, Nuestro Señor Jesucristo. 

He visto su dolor, he oído su sentir, pero su fortaleza es tal que no cesa en asistir a sus compromisos con los feligreses, a sus celebraciones litúrgicas, al encuentro con los jóvenes, y a escucharme atentamente. Observarlo me hace confirmar que existe una misa que dura las veinte y cuatro horas del día, es la gloriosa ceremonia donde el que administra la Eucaristía nos transmite la alegría, la esperanza, la fe y ese increíble amor que hace posible darle sentido a nuestra vida. Es un día de fecunda entrega al Señor, un día donde el  "mal menor" se desvanece y no se compara en nada con la fe y la fuerza de Edwin, a quien el Señor lo ha escogido de entre su rebaño, para ayudarle a llevar la Santa Cruz.

Edwin nos dice que, según la Biblia: "el dolor, es la forma como el Señor nos ama..." es como cuando ponemos una inyección a un niño, no es maldad, ni por un  mal, sino para sanar... Dios manda los dolores a través  de otra persona, quizá a través de la esposa, el marido o el hijo, quizá las personas más queridad, las que más nos duelen, ¡pero es Dios quien nos lo manda!... ¡y con mucho amor!...el dolor es la ternura más entrañable del Señor, la que más le duele darnos. El misterio de la Cruz es de una gran fecundidad, ayuda abrir el alma de par en par, a dar en el dolor una sonrisa, llamada a descubrir, más todavía, el amor de Dios y la protección de Santa María unida al Hijo.

Al admirar a Edwin nos damos cuenta que el dolor es una fortuna de más cuantía en la tierra, por eso San Juan Vianney dice que: "Debemos ir tan afanosos en busca de dolores, como va el avaro tras el dinero". Debemos saber que un familiar muy anciano y enfermo, no es una carga para la familia, ¡es el tesoro más bello que posee ese hogar!... Es verdad que estamos aquí para gozar de la salud, del bienestar, pero está ese otro lado misterioso del dolor. Tu dolor, tu enfermedad, es el tesoro más entrañable que te regala el Señor, ¡para divinizarte!...y para que ayudemos a familiares y amigos a ser santos, felices en la tierra y en el cielo.

Escuchemos el llamdo de Dios. ¡Ah! Recordemos, el Apocalipsis llama "trompetas" a los dolores y sufrimientos: resulta que Dios nos musita al oído, y nos proporciona el sol, el aire, el agua, el corazón, las manos... ¡pero no lo escuchamos!... Entonces nos habla por medio de la Iglesia, del hermano ...¡pero tampoco lo escuchamos!... Y entonces cuando ya no susurra, ¡Dios nos grita al oído!, por eso, por cada dolor debemos dar gracias a Dios, aunque sea con lágrimas de sangre en el corazón. Cada "dolor" son las labradas que nos da Dios, como el artífice le da cachiporrazos a la piedra caliza hasta convertirla en imagen bella... ¡Dios da golpes con amor!, el dolor es señal de que Dios nos ama, aquí radica su gran misterio. Tal vez resulte defícil leer estas líneas, pero solo comparto la vivencia de nuestro amigo sacerdote, en quien descubrimos que Dios tiene para cada uno de nosotros una misión especial.

Un cuento ¿patético? Lucas muere


Me recomendaron este cuento de Ricardo Bernal...interesante. Parece mooverse en base a una técnica vanguardista y con una dosis de crisis existencial...Leamos



LUCAS MUERE
Ricardo Bernal


PRIMERA PARTE (las brujas)
Había una vez dos brujas que vivían dentro de un cráneo.Lucas, el dueño del cráneo, cada mañana se miraba en el espejo sin sospechar que esos ojos de perro amarillo eran en realidad dos ventanas desde donde las brujas contemplaban el exterior. No sabía que dos viejas brujas pensaban sus pensamientos y soñaban sus sueños. No sabía que dos viejas y terribles brujas lo habitaban.
Algunas veces, mientras Lucas trataba de dormir, las brujas invitaban a sus amigas y organizaban una fiestas: sacrificaban gallinas, encendían cigarros enormes y preparaban todo tipo de brebajes. Luego, ponían en el fonógrafo los viejos discos de Gardel y bailaban tango toda la noche entre pisotones y alaridos. Lucas, desesperado, daba vueltas y vueltas en su cama; maldiciendo las cuatro tasas de café que seguramente le habían espantado el sueño.
Otras veces, las brujas entraban de puntitas a la cocina del cráneo y abrían las desvencijadas puertas de la alacena. Con dedos largos y malignas intenciones, mezclaban las sustancias de los frascos donde Lucas guardaba sus recuerdos. Imágenes desordenadas aparecían entonces en la pantalla de su memoria: recordaba a su padre con la cara enjabonada y una navaja de afeitar en la mano, mirando sorprendido la orden de arresto que le mostraban los gendarmes; recordaba la madrugada de lluvia y hojarasca cuando él y su amigo Mateo encontraron el tesoro oculto en la cueva de los dinosaurios; recordaba los gestos y las manos heladas de sus hermanita María, muerta de leucemia a los siete años; recordaba el sabor de la sangre, y recordaba también a Berenice, la misteriosa mujer de verdes ojos y medias negras que hizo de su corazón un tololoche, arruinándolo para siempre.
Las brujas comían palomitas de maíz y se morían de risa al mirar los recuerdos de Lucas. De pronto, dos horribles dentaduras postizas se desencajaban de sus bocas abiertas y volaban por todo el cráneo castañeteando los dientes. Las brujas, asombradas, sacaban sus redes de cazar mariposas y trataban de atraparlas, estrellando a su paso algunos de los frascos. Cuando las dentaduras volvían a sus respectivos lugares, los recuerdos encharcaban los tapetes de la sala; y afuera, los ojos de Lucas se inundaban.
Fue un martes trece de abril cuando Lucas sufrió el delirium tremens. Eran las cuatro de la tarde y las brujas se aburrían. Ya habían zurcido sus calcetas y lavado los platos; ya habían leído todas las revistas y resuelto los crucigramas; durante horas habían jugado al ajedrez y al final se habían comido el tablero con todo y piezas. Buscando en qué entretenerse fueron a dar a la biblioteca del cráneo. Entre tratados de alquimia y libros de ocultismo encontraron el pequeño Larousse; lo desempolvaron, lo abrieron al azar y de sus páginas arrancaron a la palabra ESDRÚJULA, que se retorció asustada entre sus dedos. Las brujas se miraron, divertidas y siguieron arrancando palabras esdrújulas del diccionario: las palabras ESPANTAPÁJAROS, MURCIÉLAGO, CÁNTARO, BOLÍGRAFO, MATEMÁTICAS, ETCÉTERA. Cuando habían juntado las suficientes, las clavaron entre sí y construyeron una escalera; luego enrollaron el tapete y con un serrucho oxidado cortaron las tablas del piso; se asomaron por el oscuro agujero y decidieron bajar a conocer el corazón de Lucas. Con su larga escalera de palabras esdrújulas y sus cascos anaranjados de explorar minas, comenzaron a descender poco a poco. Lucas revolvía el cajón de su buró buscando las pastillas para el dolor de garganta; de pronto sintió un fuerte golpe en el pecho y perdió el conocimiento; en esos instantes, las brujas acababan de abrir las puertas metálicas de su corazón...


SEGUNDA PARTE (una visita al corazón)
Es difícil comprender los motivos del corazón. Es difícil caminar a ciegas.
Las brujas entraron a la oscuridad alumbrando con sus linternas los rincones: esqueletos de lagartija, crisoles empolvados, máscaras, muñecas muertas. En ese lugar de pesadilla el tiempo se había detenido para siempre. En el piso había un pentágono de sal y en medio del pentágono un retrato desgastado: era Berenice, la última habitante en el prodigioso universo de Lucas. Al mirar esos ojos verdes y esa sonrisa sin boca, las brujas comprendieron que ella había sido la culpable de tanta desolación. Furiosas, hicieron añicos el retrato y juntaron montones de basura para incendiar de una vez por todas las entelarañadas paredes del tenebroso corazón de Lucas. La demoníaca bestia del fuego hizo su aparición con las fauces abiertas y el odio en la mirada; Lucas volvió en sí al sentir sus colmillos clavándosele por dentro mientras las brujas gritaban. Enloquecido, salió corriendo de su casa para buscar una cantina y apagar el fuego y los gritos con largos, largos tragas de ajenjo. Recorrió callejuelas y puentes hasta llegar al embarcadero; ahí, entre construcciones góticas y luces de artificio, encontró el famoso bar de sus amigo Edipo y entró en él con la misma devoción con que un monje zen entraría a su sagrado templo interno. Las brujas habían quemado amuletos, sustancias, pergaminos; cuando el incendio fue total, sonrieron satisfechas y decidieron echarse una merecida siesta sin preocuparse por el fuego: no podía dañarlas, habían sido discípulas de Freja, la poderosa Dueña de los elementos; y por lo visto, habían aprendido muy bien sus enseñanzas.
Es difícil comprender los motivos del corazón. Es difícil comprender la terrible sed de un corazón incendiado... En el bar de Edipo, Lucas se dedicó a beber toda la noche.


TERCERA PARTE (las botellas que Lucas bebió)
Botella # 1.- Lucas habla solo mientras dos brujas duermen; el dolor es un gusano enamorado de su columna vertebral.
Botella # 2.- El descompuesto reloj de la barra da la una doce veces. Los últimos marineros abandonan el bar, apoyando sus borracheras en los hombros adolescentes de frágiles prostitutas. Una lagrimita recién nacida se asoma por el ojo izquierdo de Lucas y decide bajar a su enmarañada barba pelirroja.
Botella # 3.- Edipo cierra por fuera la puerta del bar, guarda las llaves, prende su pipa y busca un taxi que lo lleve rumbo a casa; en el camino va pensando en su pobre, pobrecito amigo Lucas. Arriba bailan siete lunas.
Botella # 4.- La neblina del embarcadero entra al bar por la cerradura y forma una figura femenina. La figura se detiene frente a Lucas, toca su rostro y antes de desaparecer le da una flor negra que saca de sus ropajes. Las sillas crujen. A lo lejos aúlla un hombre lobo.
Botella # 5.- Lucas Balbucea; en sus ojos, los oscuros pájaros de llanto construyen nidos de cristal; en su corazón incendiado, dos pequeñas brujas se despiertan. En silencio, el silencio sonríe.
Botella # 6.- En medio de una tempestad de carcajadas y vidrios rotos el corazón de Lucas explota, dejando escapar a dos brujas montadas en una escoba. Las brujas se despiden de Lucas mondándole besitos, salen por la ventana y se van volando más allá de las constelaciones para aterrizar, tal vez, en las páginas de otra historia. Lucas cierra los ojos y aprieta los dientes.
Botella # 7.- Lucas se borra: el barco de su subconsciente navega por lagunas mentales y océanos de olvido. Al abrir los ojos, Lucas se descubre en un lugar desconocido...
(Cuenta la leyenda que Lucas recorrió durante horas los alrededores tratando de reconocer el lugar. La confusión pintaba de gris todas las cosas y en cada rincón se desarrollaba una escena diferente: viscosos cerdos rosas celebraban misas negras; enormes monstruos oceánicos salían de un mar de ploma y devoraban niños; extraños demonios sin rostro extendían sus deformes alas y lo señalaban, diciendo oscuras frases cabalísticas: "abracadabra honorable Lucas, bienvenido seas al maravilloso país del Delirium Tremens. Haz el favor de acompañarnos. Son las cinco de la tarde y su majestad, la reina, te está esperando en sus aposentos para tomar el té".
Cuenta la leyenda que Lucas fue llevado por bosques laberínticos hasta las amuralladas fronteras de un castillo nebuloso. Blancos eran el foso y los jardines; blancos los árboles, blancas las flores y las mariposas; blancas eran las torres, blancos los peldaños y blancas las galerías; también era blanco el trono de la reina... Berenice, quien recibió a Lucas con una sonrisa misteriosa.
Cuenta la leyenda que el nombre sagrado de su amada se derritió lento como una hostia en los labios de Lucas).
Botella # 8.- Lucas muere.


EPILOGO
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Lucas se aburre en la casa de la Muerte; cada mañana se mira en el espejo y sólo encuentra reflejado el rostro invisible de la inexistencia. Por las noches el repartidor de sueños pasa frente a su puerta pero nunca se detiene... Ahora Lucas conoce la verdadera, la triste, la infinita soledad.
Sin embargo, algún día Lucas se asomará por la ventana y verá las luces rojas, las luces verdes y las luces azules de la ambulancia. Algún día, Lucas escuchará las voces de los camilleros gritando su nombre. Algún día, Lucas será llevado respetuosamente a la confortable habitación sin puertas ni ventanas que dos pequeñas brujas le tiene reservada en el último rincón de los infiernos.

¿Qué dices? increible ...

El cuento ¿hermético?: Lucas muere








Me recomendaron hace poco leer este cuento de Ricardo Bernal. Parece emplear una técnica de caracter vanguardista y una dosis de crisis existencial...leamos





LUCAS MUERE
Ricardo Bernal




PRIMERA PARTE (las brujas)



Había una vez dos brujas que vivían dentro de un cráneo.Lucas, el dueño del cráneo, cada mañana se miraba en el espejo sin sospechar que esos ojos de perro amarillo eran en realidad dos ventanas desde donde las brujas contemplaban el exterior. No sabía que dos viejas brujas pensaban sus pensamientos y soñaban sus sueños. No sabía que dos viejas y terribles brujas lo habitaban.





Algunas veces, mientras Lucas trataba de dormir, las brujas invitaban a sus amigas y organizaban una fiestas: sacrificaban gallinas, encendían cigarros enormes y preparaban todo tipo de brebajes. Luego, ponían en el fonógrafo los viejos discos de Gardel y bailaban tango toda la noche entre pisotones y alaridos. Lucas, desesperado, daba vueltas y vueltas en su cama; maldiciendo las cuatro tasas de café que seguramente le habían espantado el sueño.





Otras veces, las brujas entraban de puntitas a la cocina del cráneo y abrían las desvencijadas puertas de la alacena. Con dedos largos y malignas intenciones, mezclaban las sustancias de los frascos donde Lucas guardaba sus recuerdos. Imágenes desordenadas aparecían entonces en la pantalla de su memoria: recordaba a su padre con la cara enjabonada y una navaja de afeitar en la mano, mirando sorprendido la orden de arresto que le mostraban los gendarmes; recordaba la madrugada de lluvia y hojarasca cuando él y su amigo Mateo encontraron el tesoro oculto en la cueva de los dinosaurios; recordaba los gestos y las manos heladas de sus hermanita María, muerta de leucemia a los siete años; recordaba el sabor de la sangre, y recordaba también a Berenice, la misteriosa mujer de verdes ojos y medias negras que hizo de su corazón un tololoche, arruinándolo para siempre.





Las brujas comían palomitas de maíz y se morían de risa al mirar los recuerdos de Lucas. De pronto, dos horribles dentaduras postizas se desencajaban de sus bocas abiertas y volaban por todo el cráneo castañeteando los dientes. Las brujas, asombradas, sacaban sus redes de cazar mariposas y trataban de atraparlas, estrellando a su paso algunos de los frascos. Cuando las dentaduras volvían a sus respectivos lugares, los recuerdos encharcaban los tapetes de la sala; y afuera, los ojos de Lucas se inundaban.



Fue un martes trece de abril cuando Lucas sufrió el delirium tremens. Eran las cuatro de la tarde y las brujas se aburrían. Ya habían zurcido sus calcetas y lavado los platos; ya habían leído todas las revistas y resuelto los crucigramas; durante horas habían jugado al ajedrez y al final se habían comido el tablero con todo y piezas. Buscando en qué entretenerse fueron a dar a la biblioteca del cráneo. Entre tratados de alquimia y libros de ocultismo encontraron el pequeño Larousse; lo desempolvaron, lo abrieron al azar y de sus páginas arrancaron a la palabra ESDRÚJULA, que se retorció asustada entre sus dedos. Las brujas se miraron, divertidas y siguieron arrancando palabras esdrújulas del diccionario: las palabras ESPANTAPÁJAROS, MURCIÉLAGO, CÁNTARO, BOLÍGRAFO, MATEMÁTICAS, ETCÉTERA. Cuando habían juntado las suficientes, las clavaron entre sí y construyeron una escalera; luego enrollaron el tapete y con un serrucho oxidado cortaron las tablas del piso; se asomaron por el oscuro agujero y decidieron bajar a conocer el corazón de Lucas. Con su larga escalera de palabras esdrújulas y sus cascos anaranjados de explorar minas, comenzaron a descender poco a poco. Lucas revolvía el cajón de su buró buscando las pastillas para el dolor de garganta; de pronto sintió un fuerte golpe en el pecho y perdió el conocimiento; en esos instantes, las brujas acababan de abrir las puertas metálicas de su corazón...




SEGUNDA PARTE (una visita al corazón)



Es difícil comprender los motivos del corazón. Es difícil caminar a ciegas.



Las brujas entraron a la oscuridad alumbrando con sus linternas los rincones: esqueletos de lagartija, crisoles empolvados, máscaras, muñecas muertas. En ese lugar de pesadilla el tiempo se había detenido para siempre. En el piso había un pentágono de sal y en medio del pentágono un retrato desgastado: era Berenice, la última habitante en el prodigioso universo de Lucas. Al mirar esos ojos verdes y esa sonrisa sin boca, las brujas comprendieron que ella había sido la culpable de tanta desolación. Furiosas, hicieron añicos el retrato y juntaron montones de basura para incendiar de una vez por todas las entelarañadas paredes del tenebroso corazón de Lucas. La demoníaca bestia del fuego hizo su aparición con las fauces abiertas y el odio en la mirada; Lucas volvió en sí al sentir sus colmillos clavándosele por dentro mientras las brujas gritaban. Enloquecido, salió corriendo de su casa para buscar una cantina y apagar el fuego y los gritos con largos, largos tragas de ajenjo. Recorrió callejuelas y puentes hasta llegar al embarcadero; ahí, entre construcciones góticas y luces de artificio, encontró el famoso bar de sus amigo Edipo y entró en él con la misma devoción con que un monje zen entraría a su sagrado templo interno. Las brujas habían quemado amuletos, sustancias, pergaminos; cuando el incendio fue total, sonrieron satisfechas y decidieron echarse una merecida siesta sin preocuparse por el fuego: no podía dañarlas, habían sido discípulas de Freja, la poderosa Dueña de los elementos; y por lo visto, habían aprendido muy bien sus enseñanzas.



Es difícil comprender los motivos del corazón. Es difícil comprender la terrible sed de un corazón incendiado... En el bar de Edipo, Lucas se dedicó a beber toda la noche.




TERCERA PARTE (las botellas que Lucas bebió)
Botella # 1.- Lucas habla solo mientras dos brujas duermen; el dolor es un gusano enamorado de su columna vertebral.



Botella # 2.- El descompuesto reloj de la barra da la una doce veces. Los últimos marineros abandonan el bar, apoyando sus borracheras en los hombros adolescentes de frágiles prostitutas. Una lagrimita recién nacida se asoma por el ojo izquierdo de Lucas y decide bajar a su enmarañada barba pelirroja.



botella # 3.- Edipo cierra por fuera la puerta del bar, guarda las llaves, prende su pipa y busca un taxi que lo lleve rumbo a casa; en el camino va pensando en su pobre, pobrecito amigo Lucas. Arriba bailan siete lunas.


Botella # 4.- La neblina del embarcadero entra al bar por la cerradura y forma una figura femenina. La figura se detiene frente a Lucas, toca su rostro y antes de desaparecer le da una flor negra que saca de sus ropajes. Las sillas crujen. A lo lejos aúlla un hombre lobo.
Botella # 5.- Lucas Balbucea; en sus ojos, los oscuros pájaros de llanto construyen nidos de cristal; en su corazón incendiado, dos pequeñas brujas se despiertan. En silencio, el silencio sonríe.



Botella # 6.- En medio de una tempestad de carcajadas y vidrios rotos el corazón de Lucas explota, dejando escapar a dos brujas montadas en una escoba. Las brujas se despiden de Lucas mondándole besitos, salen por la ventana y se van volando más allá de las constelaciones para aterrizar, tal vez, en las páginas de otra historia. Lucas cierra los ojos y aprieta los dientes.
Botella # 7.- Lucas se borra: el barco de su subconsciente navega por lagunas mentales y océanos de olvido. Al abrir los ojos, Lucas se descubre en un lugar desconocido...



(Cuenta la leyenda que Lucas recorrió durante horas los alrededores tratando de reconocer el lugar. La confusión pintaba de gris todas las cosas y en cada rincón se desarrollaba una escena diferente: viscosos cerdos rosas celebraban misas negras; enormes monstruos oceánicos salían de un mar de ploma y devoraban niños; extraños demonios sin rostro extendían sus deformes alas y lo señalaban, diciendo oscuras frases cabalísticas: "abracadabra honorable Lucas, bienvenido seas al maravilloso país del Delirium Tremens. Haz el favor de acompañarnos. Son las cinco de la tarde y su majestad, la reina, te está esperando en sus aposentos para tomar el té".
Cuenta la leyenda que Lucas fue llevado por bosques laberínticos hasta las amuralladas fronteras de un castillo nebuloso. Blancos eran el foso y los jardines; blancos los árboles, blancas las flores y las mariposas; blancas eran las torres, blancos los peldaños y blancas las galerías; también era blanco el trono de la reina... Berenice, quien recibió a Lucas con una sonrisa misteriosa.
Cuenta la leyenda que el nombre sagrado de su amada se derritió lento como una hostia en los labios de Lucas).
Botella # 8.- Lucas muere.



EPILOGO



Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Lucas se aburre en la casa de la Muerte; cada mañana se mira en el espejo y sólo encuentra reflejado el rostro invisible de la inexistencia. Por las noches el repartidor de sueños pasa frente a su puerta pero nunca se detiene... Ahora Lucas conoce la verdadera, la triste, la infinita soledad.



Sin embargo, algún día Lucas se asomará por la ventana y verá las luces rojas, las luces verdes y las luces azules de la ambulancia. Algún día, Lucas escuchará las voces de los camilleros gritando su nombre. Algún día, Lucas será llevado respetuosamente a la confortable habitación sin puertas ni ventanas que dos pequeñas brujas le tiene reservada en el último rincón de los infiernos.




Interesante...¿qué dices?

Verdad o mentira: infierno


Este micro ensayo de Víctor Vegas es interesante, sobre todo si de por medio está Saramago, a quien me enseñaron a apreciarlo...


El infierno es el hombre


El hombre hace la sociedad. los hombres son los que interactúan. Es tradición, escuchar decir, que la sociedad es como una celula; entonces, como tal es un ser vivo, y los seres vivos enferman, igual pasa con el hombre, se suele enfermar.


A veces su salud puede verse afectada por trastornos menores y pasajeros. Sin embargo, en ocasiones puede tratarse de enfermedades más complejas, duraderas y peligrosas. Aquí viene a la memoria José Saramago, quien nos habla de estas enfermedades; en su Ensayo sobre la ceguera. Saramago se vale de una poderosa metáfora para hacernos una puesta en escena de los más bajos instintos de los seres humanos. Súbitamente, y sin saber cómo ni por qué, la gente anónima de una anónima ciudad comienza a quedarse ciega.


El trastorno se propaga como reguero de pólvora y pronto se convierte en epidemia. El gobierno nacional, en pocas horas, al darse cuenta de que el “mal blanco” —así bautizan a la ceguera, porque tiene la particularidad de no dejar a quien la padece en tinieblas sino sumergido en un vacío blanco— es sumamente contagioso, toma la decisión de aislar no sólo a los afectados sino a todo aquel que haya tenido algún contacto con ellos.


El temor es casi siempre el detonante para las peores acciones o resoluciones del género. A partir de aquí comienza el descenso a los infiernos y vemos cómo personas, aparentemente comunes y corrientes, con principios y valores, se sumergen en la suciedad y, para colmo, retozan en ella.


Los ciegos que nos interesan no sólo son aislados y abandonados a su suerte en las instalaciones de un antiguo manicomio (una de las tantas y deliciosas ironías que Saramago construye a lo largo de su relato), sino que a su alrededor se levanta un cerco militar con la amenaza explícita de que si alguno de los internos pretendiera salir, no dudarían ni un segundo en acribillarlo.


Y nada como un militar para cumplir este tipo de órdenes, ya sabemos, con suma y fría eficacia. Como era de preverse, por la magnitud contagiosa de la ceguera, en poco tiempo las instalaciones colapsan: las camas no son suficientes, no hay agua o la que sale de las tuberías no es apta para el consumo, las cañerías se tapan, los alimentos que prometieron traer no llegan a sus horas (o simplemente no llegan) y, para colmo, nunca alcanzan para todos... Tampoco, como era de esperarse, tardan en aparecer los actos de canibalismos entre los internos (los dientes afilados y relucientes de la miseria humana); primero los actos de supervivencia y luego los de la más profunda abyección: el decreto de la conocidísima ley del más fuerte —fuerza, a propósito, que casi siempre concede las armas de fuego.


¿No nos suena esta historia demasiado conocida, demasiado familiar? ¿Acaso no hemos escuchado o leído algo parecido en el pasado?. La ceguera utilizada por Saramago como detonante de su relato, el mal blanco, ya ha sido padecida por otras sociedades en el pasado, algunas lo padecen en el presente y no es muy difícil pronosticar que otras lo padecerán en el futuro, porque, sencillamente, esa es parte esencial de nuestra naturaleza.


Para no retroceder demasiado y remitirme apenas a nuestra historia contemporánea, el mal blanco antes ha recibido nombres como nazismo, fascismo, stalinismo y apartheid; por citar sólo a cuatro de sus variantes. Las similitudes son evidentes: un grupo que teme u odia a otro; basta que uno de los dos tenga algo de poder para que inicie las arremetidas contra quienes considera sus enemigos; en nuestra Historia, tal vez el miedo ha sido nombrado de muchas maneras...

La prosa de Saramago es rica, deliciosa, llena de matices y cargada de ironía. Quizá, en algún momento de la lectura, hallemos que una o dos de las argumentaciones de las subtramas luzcan débiles, no verosímiles, no obstante, eso no le quita fuerza o poderío a la narración. Nos puede chocar por unos minutos pero pronto lo echamos al olvido.Desde luego, no todos los personajes en Ensayo sobre la ceguera son ciegos, básicamente porque el autor —y sus lectores— necesita un par de ojos que al menos vea lo que sucede, aunque se trata de algo puramente técnico, literario, porque como lo dice el propio y único personaje vidente en varias oportunidades, es tan ciega como el resto del mundo. En estos días de profunda polarización que vivimos, valdría la pena cuestionarnos sobre si somos parte de una sociedad enferma, consumida por la ceguera, como la que nos muestra Saramago en Ensayo sobre la ceguera.


¿Estamos nosotros también ciegos o somos como una de las protagonistas: vemos pero en el fondo sólo deseamos estar tan ciegos como los demás?Es apenas una de las muchas interrogantes que me ha obligado a hacerme Ensayo sobre la ceguera; una novela que da para pensar, reflexionar, cuestionarnos una y otra vez.



Visión del infierno de Santa Faustina Kowalska, según lo escribió en su diario:

"Hoy, fui llevada por un ángel a las profundidades del infierno. Es un lugar de gran tortura; ¡qué imponentemente grande y extenso es! Los tipos de torturas que vi: la primera que constituye el infierno es la pérdida de Dios; la segunda es el eterno remordimiento de conciencia; la tercera es que la condición de uno nunca cambiará; (160) la cuarta es el fuego que penetra el alma sin destruirla; es un sufrimiento terrible, ya que es un fuego completamente espiritual, encendido por el enojo de Dios; la quinta tortura es la continua oscuridad y un terrible olor sofocante y, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven unos a otros y ven todo el mal, el propio y el del resto; la sexta tortura es la compañía constante de Satanás; la séptima es la horrible desesperación, el odio de Dios, las palabras viles, maldiciones y blasfemias. Éstas son las torturas sufridas por todos los condenado juntos, pero ése no es el extremo de los sufrimientos. Hay torturas especiales destinadas para las almas particulares. Éstos son los tormentos de los sentidos. Cada alma padece sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la forma en que ha pecado. Hay cavernas y hoyos de tortura donde una forma de agonía difiere de otra. Yo me habría muerto ante la visión de estas torturas si la omnipotencia de Dios no me hubiera sostenido. Debe el pecador saber que será torturado por toda la eternidad, en esos sentidos que suele usar para pecar. (161) Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ninguna alma pueda encontrar una excusa diciendo que no hay ningún infierno, o que nadie ha estado allí, y que por lo tanto nadie puede decir cómo es. Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno para que pudiera hablar a las almas sobre él y para testificar sobre su existencia. No puedo hablar ahora sobre él; pero he recibido una orden de Dios de dejarlo por escrito. Los demonios estaban llenos de odio hacia mí, pero tuvieron que obedecerme por orden de Dios. Lo que he escrito es una sombra pálida de las cosas que vi. Pero noté una cosa: que la mayoría de las almas que están allí son de aquéllos que descreyeron que hay un infierno. Cuando regresé, apenas podía recuperarme del miedo. ¡Cuán terriblemente sufren las almas allí! Por consiguiente, oro aun más fervorosamente por la conversión de los pecadores. Suplico continuamente por la misericordia de Dios sobre ellos.Oh mi Jesús, preferiría estar en agonía hasta el fin del mundo, entre los mayores sufrimientos, antes que ofenderte con el menor de los pecados".