2011/02/28

Cómo decide el cerebro una acción voluntaria

Observaron que un puñado de neuronas se activan 1500 milisegundos antes de que la persona sea consciente de su decisión
Tema de múltiples dimensiones filosóficas, psicológicas y hasta legales, el problema del libre albedrío es una de las piedras angulares del estudio de la conciencia, algo que Francis Crick, codescubridor de la estructura del ADN, llamó "la búsqueda científica del alma".

Desentrañar los engranajes de esa inasible capacidad humana es, por supuesto, una tarea monumental. Pero Gabriel Kreiman, científico argentino residente en los Estados Unidos desde hace más de una década, y colegas del Centro de Neurociencias de la Universidad de Harvard, decidieron empezar tratando de contestar una pregunta mucho más sencilla: ¿cómo genera el cerebro una acción voluntaria? O, dicho de otro modo, ¿cuál es el mapa neuronal del comportamiento voluntario?

La respuesta, cuenta el investigador, desde su laboratorio en el Hospital de Niños de Boston, los sorprendió: descubrieron que un puñado de neuronas de la corteza frontal se activa cientos de milisegundos antes de que los sujetos que intervinieron en el experimento fueran conscientes de que estaban por tomar una decisión.

Su experimento consistió en replantear otro que tiene décadas de historia, pero empleando tecnologías de una precisión que antes no existía, como la electroencefalografía y la magnetoencefalografía. En condiciones experimentales, les pidieron a doce pacientes con epilepsia refractaria a los fármacos, en los que se habían insertado electrodos para detectar los focos iniciales de las convulsiones, que decidieran cuándo realizar un movimiento muy simple. En este caso, apretar una tecla.

"A varios de nosotros nos interesa averiguar qué significa la conciencia en términos de circuitos neuronales -explica Kreiman-. Y la del libre albedrío es una pregunta que tiene siglos, si no milenios. Era una oportunidad única, porque es muy difícil estudiar el problema de las decisiones voluntarias en animales."

Esta vez, los científicos pudieron registrar la actividad de 1019 neuronas mientras los individuos realizaban la tarea indicada. Así, pudieron precisar que durante aproximadamente 1500 milisegundos se producía un progresivo " reclutamiento neuronal" antes de que los individuos fueran conscientes de la decisión de mover el dedo y observaron un aumento o decrecimiento progresivo en el ritmo de activación de esas células, particularmente en el área motora suplementaria, a medida que se acercaba el momento de decisión.

Paso a paso
Es más, les bastó una población de 256 neuronas de esa región del cerebro para predecir -700 milisegundos antes de que el propio sujeto lo supiera y con una precisión superior al 80%- que existiría la voluntad de mover el dedo y cuál sería el momento exacto en que se produciría esa decisión.

"Por un lado, nos asombró el alto nivel de aciertos que podía lograrse para decodificar la intención antes de que el sujeto se diera cuenta de que decidía mover el dedo -dice Kreiman-. Y también el hecho de que podemos hacer estas predicciones en un momento dado, sin tener que hacer promedios de cientos y cientos de experimentos."

A pesar de que la naturaleza de la acción voluntaria es una pregunta que tiene siglos de antigüedad, los circuitos neuronales que sustentan el comportamiento autoiniciado se entienden muy poco, escriben los científicos en el trabajo que acaba de publicarse en la revista Cell .

Dado que para su experimento los científicos utilizaron electrodos cuya ubicación no pudieron elegir, ya que se había decidido por razones terapéuticas, aún no saben si la actividad que precede a la ejecución de una acción voluntaria puede ocurrir en otras regiones, antes o después que en los casos estudiados.

"No tenemos una seguridad exhaustiva de que éstas [neuronas] sean las primeras -subraya el científico-. Y tampoco sabemos qué es lo que lleva a su activación. Por ahora, no tenemos las herramientas para contestar esa pregunta. Lo único que pudimos comprobar es que durante más de 1000 milisegundos antes de que los sujetos tuvieran conciencia de su decisión o urgencia para actuar, hay un progresivo reclutamiento de neuronas que cambian sus patrones de activación, ya sea en una forma excitatoria o inhibitoria."

Y más adelante, concluye: "Hay que aclarar que estamos hablando de una acción muy simple. La relación que esto tiene con el libre albedrío es tenue, porque apenas estamos estudiando el movimiento de un solo dedo. Es una versión de libre albedrío extremadamente limitada, pero esto nos da la posibilidad de pensarlo en forma un poco más rigurosa y sistemática".

2011/02/25

El enamoramiento


LA PSICOLOGIA DEL ENAMORAMIENTO

El flechazo amoroso, como todos los fenómenos psíquicos, contiene aspectos que llamaremos cognitivos o espirituales, afectivos o del corazón, motivacionales y vegetativos o del cuerpo. En la cognición se advierten los cambios que a continuación se presentan: La “focalización de la atención” en la persona del amado, y la desatención de otros intereses que se tenían con anterioridad. Para el gran filòsofo Ortega y Gasset, el amor- pasión es una suerte de estrechez de la atención que da al que padece un aire especial de embobado y sonámbulo. Existe un “contacto visual y sensorial” privilegiado con el cuerpo del amado, de tal manera que los enamorados “se comen con los ojos”, dicho en tèrminos de peritos, los objetos se perciben más hermosos y con colores más vivos. La percepción del sujeto de amor, "objeto" para los metafìsicos, se agudiza de tal manera que el enamorado ve más que los otros, porque nota cualidades y bellezas que los demás no captan.

El placer que la persona amada provoca en los sentidos, la describe el escritor español Juan Valera (1824 -1905): No es èl grato a mis ojos solamente, sino que sus palabras suenan a mis oídos como la música de mis esferas, revelándome toda la armonía del universo, y hasta imagino percibir una sutilísima fragancia que su cuerpo despide, y que supera el olor de los mastranzos que crecen a orillas de los arroyos y el aroma silvestre del tomillo que en los montes se cría (Pepita Jiménez-obra)

Se cambia la percepción del tiempo, que transcurre rápidamente durante los encuentros y de manera interminable en las ausencias. En la memoria se registran, de modo priorizado e indeleble, los detalles más minúsculos de la historia del romance. La fantasía se exalta y toma como tema reiterativo las ensoñaciones como escenas que protagonizan los amantes. La idea del objeto de amor se convierte en un pensamiento fijo, parecido a las observaciones y los delirios, y todo lo que sucede se relaciona con la idea del amado. De este modo, si el/la suspirante ve algo en un escaparate, supone que le gustará a la amada (o); si pasa por un lugar, recuerda que allí ocurrió una cita romántica; y si se encuentra con una persona, asocia con placer que ella es amiga de su amante. A propósito de las ideas "obsesivoides", Tennov refiere que gran cantidad de los sujetos de estudio aseguraron que pasaban 85% de su tiempo de vigilia pensando en la persona amada, sì, ocurre y ocurre. El objeto de amor se idealiza e hipervaloriza como la "cosa" más perfecta, bella y virtuosa que pueda encontrarse. En la “ceguera de amor”, se magnificaban los encantos y se minimizan los defectos del/la amante. La valoración benevolente del enamorado convierte las necedades del amado en acciones de mérito. No es la regla, pero tampoco resulta infrecuente que el/la amante se subestime y dé una excesiva importancia a sus pequeñas dificultades frente a las personas que desea agradar.


La aceptación, por parte del amado (a), provoca un aumento de la autoestima del enamorado (a); por el contrario la frialdad ocasiona la pérdida del propio valor. En las personas apasionadas, la presencia o el tema del amado (a) determinan un estado de desorganización del pensamiento que se conoce como “turbación mental”. Por eso Jacinto Benavente escribió: “Cuando un hombre se enamora de verdad, es difícil distinguir al tonto del inteligente.” En ello nos dice: "El corazón del enamorado(a) responde a la presencia de la persona amada con emociones de tipo positivo, como entusiasmo, jovialidad o erotismo ardiente; y por el contrario, los desaires, ausencia o la pérdida del amante suscitan afectos de tipo negativo, como angustia o melancolía que pueden llegar a ser enfermizos. A muchos sujetos enamorados, la presencia de la persona amada les provoca sensación de timidez y temor a ser rechazados." El enamoramiento resulta lo opuesto a la tranquilidad, y representa un estado de emociones excesivas que varían del placer a la zozobra y del éxtasis al tormento. Por eso se dice que el amor es un estado donde se experimentan los goces más elevados y los peores sufrimientos. El enamorado(a) percibe sus emociones como irracionales, involuntarias e incontrolables. Dice Pascal acerca de las pasiones del amor: “El amor es un tirano que no tolera compañía; quiere señorear solo; y necesita que todas las demás pasiones se le rindan y obedezcan. En el cuerpo, el amor – pasión causa modificaciones de las necesidades: se pierde el sueño, se deja de comer y se exalta el deseo sexual. De este modo, el erotismo del enamorado es muchas veces superior a la sexualidad trivial de la vida cotidiana. Los cambios vegetativos se aprecian como lágrimas, rubor, calor en las mejillas, palidez, “sensaciones en el corazón”, suspiros y desvanecimientos.

Jaques Ferrand (1623) decía que el amor se complace en las lágrimas; por eso, los poetas representan a los amantes llorando. En la musculatura somática se advierten temblores de la voz y de las manos, y suele suceder que las piernas se doblen. Según el psicoanalista Bergler, el enamoramiento tiene ocho características: 1. el sentimiento de felicidad 2. la tendencia al autosuplicio 3. la sobrevaloración del amado(a) 4. la subestimación de la realidad 5. la exclusividad de la pareja 6. la dependencia del amado(a) 7. la conducta sentimental 8. el predominio de la fantasía El amor romántico se percibe como una experiencia extraordinaria, distinta del desencanto, del aburrimiento y de la tranquilidad cotidiana. Dice Pepita Jiménez, la heroína de Valera: ”No sabía yo lo que era el amor. Ahora lo sé”: no hay nada más fuerte en la tierra y en el cielo”. El estar enamorado resulta una vivencia que sorprende; crea un determinado modo de percepción; una nueva visión del mundo y de los otros. La pasión resulta ingobernable para la voluntad, y nadie puede enamorarse o desenamorarse porque lo desee. Si uno no quiere apasionarse, lo único que puede hacer es evitar a la persona que nos atrae, y algunos proponen como remedio heroico el hacernos odiosos para ella o él, antes de perder el control de nuestros sentimientos. El amor – pasión es una experiencia monogámica, debido a que el flechazo amoroso no ocurre con varias personas a la vez, pero se puede estar enamorado de una persona y amar sosegadamente a otras. El principio de reciprocidad, según el cual amamos a quienes nos gratifican y evitamos a quienes nos frustran, puede no ocurrir en el enamoramiento; por eso podemos quedar prendados de alguien que no nos quiere. La pasión lleva a la fusión de los cuerpos y de los espíritus de los amantes. Según Alberoni: “El amor separa lo que estaba unido y une lo que estaba separado”. Por eso los amantes rompen los vínculos con la familia y la pareja anterior, y forman un lazo nuevo.

A propòsito algo hermoso y mucho màs ideal y porquê no real es lo que señala Aristóteles en su Retórica, afirmó: “El amor sano es desear todo el bien al amado para su contento y provecho, no para el de uno mismo, y por el contrario, dolerse y entristecerse por los males y aflicciones de la persona amada más que de los propios.” El enamorado está continuamente premiado de modo generoso y gratuito al amante y se ha dicho que cuando comienza a sacar la cuenta de lo que da y de lo que recibe, se está acabando el enamoramiento. De hecho ya se acabò. Debido a que el amado resulta lo más deseado, adquiere un enorme poder sobre el enamorado y cuando la pasión es unilateral, el que no ama puede abusar y esclavizar al otro.

En opinión de Freud (1921), el yo se hace cada vez menos exigente y modesto, y en cambio, el amado deviene cada vez más magnifico y precioso hasta apoderarse de todo el amor que el Yo sentía por sí mismo (libido narcisista), proceso que lleva naturalmente al sacrificio voluntario del Yo. En este momento puede decirse con razón que el objeto ha devorado al Yo. El enamorado se hace humilde, y se devalúa.

La relación de amor se caracteriza por el aumento de la receptividad, de la sintonía, empatìa y franqueza. Los amantes tienen una comunicación privilegiada por su apertura, su cuantía y su transparencia; ellos tienen larguísimas conversaciones sobre sus pareceres y sus vidas, ello es ideal y encandila; aunque a veces suelan ser charlas cortas, que se convierten en intensos ratos de contemplaciòn y conocimiento.

Se dice que los enamorados resultan antisociales porque se aíslan del mundo en un egoísmo de dos, y se desentienden de las otras personas. La pareja amorosa es rebelde al grupo; su experiencia es privada y secreta; su moral íntima suele ser diferente de la moral "convencional", espero se entienda lo de convencional y ella crea una barrera de exclusión que protege su intimidad de la envidia, hostilidad, intromisión y control de la sociedad (que siempre amenaza con destruir a la pareja de amantes)

El proyecto de vida del sujeto se organiza alrededor del "Objeto", en tèrminos metafisicos, de amor. Por amor se deja trabajo, la familia y, a veces, la patria. El enamorado dice:”tú eres mi vida” y “yo vivo para ti”. En su deseo de confirmar el amor, los miembros de la pareja se piden continuamente “pruebas” de este tipo: “te vas a entregar a mì”, ¿vas a dejar a tu familia por mí?, ¿te vas a comprometer conmigo? ¿me das o no te pido nada màs? y tanto màs y sì que hay mucho màs... El enamoramiento se manifiesta en el lenguaje, el gesto y todo el movimiento corporal. Es de Observación común una regresión del lenguaje que adopta formas infantiles y abunda en diminutivos. (Los etólogos interpretan que el lenguaje infantil desencadena el instinto de la atención tierna por parte del amado)

El amor que perdura por años se ha explicado como “reenamoramientos sucesivos”, y aun en el apaciguado amor marital queda un núcleo de fuego que se inicio con el flechazo amoroso, y que mantiene el calor de la relación. El amor sólo se conserva si ocurre una fusión de las personas convirtiéndose el uno en parte intrínseca del otro y se establece un proyecto común de vida, este aspecto es de vital importancia. El enamoramiento termina cuando se atenúa, y pasa al estado de amor marital, se trueca odio o se disuelve en la indiferencia.



Cuànto y tanto màs hay por rescatar de los cientos de filosofos y pensadores que, bajo su reflexiòn, trataron de acercarse a fenòmenos del hombre y del mundo. Digo se acercaron ya que en realidad todo es complejo y no se explica con certeza, puesto que tampoco es comprensible cabalmente a la luz de la sola razòn. Vivir esta experiencia abre la mente y el corazòn, pero cada quien experimenta segùn su esquema, su perspectiva, su situaciòn...

Continurarà...

2011/02/01

Un interesante libro


Siempre hay nuevas cosas que se aprenden y nos hacen reflexionar sobre ello, màs si se trata de lo Divino y su estrecha relaciòn con lo humano. Este libro aclara algunas ideas y hace reevaluar lo que como seres humanos caìdos tendemos a experimentar. Mejor explicaciòn lìneas abajo...



¿Qué le pasó a nuestro amor?

Presentación del Curso sobre el libro ¿Qué le pasó a nuestro amor?

De: Horacio Bojorge

Estimado Lector:

Este librito resume un itinerario espiritual. Pasados los años y mirando hacia atrás, se puede reconocer el camino que se le trazó a una predicación y a los escritos nacidos de ella, hasta llegar a esta obra.
Y mirándolo en su conjunto ese itinerario se expresa en el título de este libro. Intrigado y admirado: ¿Qué le pasó a nuestro amor?
O como lo expresaba un corrido mexicano: ¡Ay corazón! ¿por qué no amas?
Y al decirlo me refiero a todos los amores humanos. ¿Qué le pasó al amor del hombre hacia Dios? ¿Qué le pasó al amor de los hombres entre sí? ¿Qué le pasó al amor entre varón y mujer? ¿Hay un camino de sanación para el amor herido? ¿Es posible que resucite un amor muerto?
En realidad, la pregunta sobre el amor es la pregunta sobre el hombre, sobre la creatura humana que hoy ama y mañana odia: a Dios, al otro, a sí mismo.

¿Qué nos pasa con el amor a Dios?

Primero fueron tres libros que tratan sobre los impedimentos que hay en el corazón humano para que amemos a Dios. A la gente, en general, no le interesa Dios, ni el amor a Él. Lo mira como esos jóvenes que van obligados a las charlas matrimoniales y dicen. “¡Ufa! ¿Nos van a hablar de Dios?”. O esos adolescentes que recalcitran y se irritan en la clase de catequesis haciendo de todo para sabotearla.
Ante Dios, la creatura humana suele ser o interesada o indiferente.
El amor interesado a Dios, no está del todo mal. El amor a Dios debe ser el amor que adolece de una mayor proporción de interés por parte de sus creaturas. Pero a Él nuestro amor interesado ¡por suerte! no lo desanima para amarnos siempre y desinteresadamente, como solamente puede amarnos Él.
Más dañosa para el hombre, en cambio, es la indiferencia. La indiferencia generalizada ante Dios es un obstáculo que enfrentan sacerdotes, catequistas y profesores de religión y cuya naturaleza espiritual muy a menudo desconocen. El Señor me mostró cuál es el significado espiritual de la indiferencia y del desinterés ante Dios, que tanto me hacía sufrir en el ministerio. Es la acedia. Un fenómeno espiritual. Un espíritu que se llama así.
La consecuencia del espíritu de acedia en las almas son los vicios capitales. Cuando el alma no encuentra el gozo del amor a Dios, para el que fue creado, entonces, se apodera de ella la ansiedad, que es una especie de sed del alma por un bien que no conoce y no logra obtener. Esa ansiedad impulsa al alma a buscar en las creaturas la alegría que anhela. Y como no la encuentra, porque no está allí, se arrebata y corre a ciegas de adicción en adicción. Así fue que escribí dos libros sobre la acedia 2 y otro sobre los vicios capitales3 .

Amar a Dios-Padre como Jesucristo, su Hijo, nos lo enseña

Ya era hora de ocuparnos de llamar a los gritos al amor a Dios; de invitar al amor a Dios y de escribir sobre el amor a Dios. Y entendí que debemos presentar este camino del amor a Dios tal como Jesús lo presenta en el Sermón de la Montaña, en las Bienaventuranzas y en el Padrenuestro. Fruto de esas predicaciones vinieron entonces otros tres libros dedicados a mostrar el camino de la vida y de la oración filial, el camino para vivir y orar como el Hijo, para vivir y orar como hijos: Anuncio del Sermón de la Montaña, Las Bienaventuranzas y ¡Upa Papá! Elevaciones al Padre Nuestro.
Y como del Padre se habla poco y de recibir la vida del Padre se dice poco o nada, publiqué un cuarto librito sobre la espiritualidad filial y los principales desvíos con que el amor al mundo, aparta a los hijos del amor al Padre y por lo tanto de la fuente de la vida: Vivir de cara al Padre. Nacidos de nuevo y de lo Alto.
Si hay un camino para levantar al hombre de la incapacidad de amar como conviene, es el camino que señala el Hijo de Dios hecho hombre: el camino del Hijo, que enseña a los hijos de Adán y Eva a convertirse en hijos de Dios Padre, a imitación suya y siguiéndolo como discípulos por el camino de la filialización que solamente es posible transitar en el Espíritu Santo, don del Padre y del Hijo y Vida divina.

Creación, caída y elevación del amor humano

Por fin el impulso nos lleva a predicar y a escribir sobre el amor humano. Porque si el río del amor creado se corta de su fuente celestial y divina, le pasa lo que a cualquier río, queda sólo el “lecho” y una sed que no se logra apagar con nada.
El primer libro sobre este tema fue La casa sobre roca. Noviazgo, amistad matrimonial y educación de los hijos.
¡Por ese orden!: noviazgo, amistad matrimonial, educación de los hijos. Porque es el orden histórico y terreno del desarrollo del amor humano: su comienzo en el noviazgo, su realización en el camino de la amistad matrimonial y la trasmisión de la cultura cristiana del amor esponsal a la generación siguiente.
¿Por qué el título La casa sobre roca? Porque Nuestro Señor Jesucristo dice que el que escucha sus Palabras y las pone en práctica es como el que edifica su casa sobre roca pero el que las escucha y no las pone en práctica es como el que edifica su casa sobre arena.
Cuando se desbocan, las pasiones lo arrasan todo, porque la razón no puede resistirlas ni dominarlas. Él tenía propósitos muy lindos, planes preciosos para su matrimonio, pero llegó una pasión, se le cruzó otra mujer. O ella se cansó de la lujuria del marido y encontró un buen amigo que la comprendía. Y si no: se cansó “de pensar siempre en los demás” y empezó a ocuparse solamente de sí misma.
Donde dos empezaron con los mejores planes e ilusiones, basta que cambiara uno de ellos: el hombre hacia donde suele cambiar el hombre y la mujer hacia donde ella suele corromperse, y ¡se acabó el matrimonio! De repente, uno empezó a ser víctima del otro o ambos comenzaron a victimizarse recíprocamente. Y a fuerza de tioneos y empujones cada vez más violentos, se rompió el vínculo. Una vez roto, cada uno trató de “rehacer su vida”. ¡Rehacer la casa...! Edificaron sobre arena y a la casa se la llevó la corriente. ¡Y ahora van a rehacer la vida...! ¿Y sobre qué fundamento van a construir la nueva relación?
¿Por qué vemos suceder esto con tanta frecuencia? ¿Por qué tantos se preguntan en su corazón “¿Qué le pasó a nuestro amor?” y no encuentran respuesta? Porque no se conoce la Sabiduría revelada sobre la creación, caída y elevación del amor humano.

De ahí la necesidad de estas enseñanzas sobre el amor esponsal, el amor de los esposos: primero el amor humano según el designio de Dios, luego el amor humano caído y herido por el pecado original, después cuáles fueron las consecuencias de esa caída en el varón y en la mujer, cuáles fueron las penas, las heridas que eso produjo en uno y otro; y por fin cómo Dios quiso sanar las consecuencias del pecado original.
Esa obra divina de sanación y restauración comienza en la Antigua Ley y culmina en el Sacramento del Matrimonio, que es una acción divina de sanación del amor matrimonial, por intervención de la Gracia de Dios que pasa a través del ministerio recíproco de los esposos.

“Instruidos por Dios para amaros mutuamente”

Llama poderosamente la atención esta frase que les escribe san Pablo a los fieles de Tesalónica: “Vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente”.
La gente, comúnmente se cree que sabe amar, que no necesita que nadie le enseñe a amar. Después, cuando empiezan a tener problemas van unos a tirarse las cartas con brujos y adivinos, otros a los consultores matrimoniales o a los psicólogos. Y les preguntan: ¿Qué nos está pasando? ¿Qué le pasa, o qué le pasó a nuestro amor? ¡Había comenzado todo tan bien, y de pronto parece que todo se deteriora y se pudre!
Habían comenzado el camino del amor pensando inocentemente que sabían amar y que se las iban a arreglar perfectamente bien por sí mismos; como se las arreglan los patitos para salir nadando apenas nacen.

Sí, mucha gente - sobre todo los adolescentes, los jóvenes, pero también muchos mayores inmaduros - se creen que nadie tiene que enseñarles a amar porque ya saben lo que es el amor. Cuando los seres humanos se asoman a la vida sienten en ellos esos movimientos nuevos y desconocidos de la atracción de los unos por los otros y ya se piensan que basta dejarse llevar por esos impulsos para amar.
Y resulta que el Creador - desde las Sagradas Escrituras que contienen la revelación de su divina sabiduría - nos dice que es Él quien nos tiene que enseñar a amar.
Nos resulta algo sorprendente que tengamos que ser instruidos para amar. ¿De veras tenemos que ser enseñados a amar? ¿Amar es algo que nos tiene que ser enseñado? ¿Que nos tiene que enseñar Dios entonces? ¿O sea que nosotros no sabemos amar, no sabemos amar como conviene?

Sabiduría del deseo, sabiduría del amor

En otra de sus cartas dice San Pablo: “no sabemos pedir como conviene”. Se pide lo que se desea. No sabe pedir el que no sabe desear. Y no sabemos desear porque no sabemos amar. Necesitamos pues que el Espíritu del Amor venga en nuestra ayuda para enseñarnos a amar, enseñarnos a desear y de ese modo aprendamos a pedir como conviene.
Por eso el Espíritu Santo acude en nuestra ayuda con gemidos que no se pueden expresar y que son los gemidos del Espíritu Filial que nos hace decir “Abba, Padre”.

Los tesalonicenses aprendieron a amarse como conviene entre ellos cuando aprendieron a amar a Dios como Padre y a vivir como hijos. Hasta entonces no habían sabido amar como conviene y posiblemente habían sufrido mucho por no saber amar.
Y el amor esponsal verdadero entre varón y mujer es un caso particular de este mapa divino-humano del Amor.

¡Es así! El hombre, después de la caída del pecado original, no sabe amar y sufre mucho por no saber amar y porque aquellos a los que él ama y desea que lo amen, no lo saben amar.

Este no saber amar no sólo es un mal de cada individuo aislado sino que es un mal de la sociedad humana. ¡No nos sabemos amar entre nosotros! Y esto principalmente en el lugar por excelencia del amor que es el amor esponsal; amor que es la fuente de todos los demás amores: del amor fraterno, del amor de las familias entre sí. Saber amar es una Sabiduría que se recibe por Gracia. Es un regalo de Dios.
Si el amor es una pasión de un ser espiritual y racional, algún papel tiene que jugar la inteligencia en la dirección del sentimiento amoroso, del afecto, para que sea un amor humano, un amor espiritual, un amor racional.

Del flechazo de Cupido a la centella bajada del Cielo

El amor en la verdad, la caridad en la verdad. Así se llama la encíclica que el Papa Benedicto XVI acaba de publicar mientras escribo estas líneas. El amor es inseparable de la verdad, y en primer lugar, de la verdad acerca del mismo amor, que es: la verdad acerca de los que se aman.
Saber es una cuestión de la inteligencia. Debemos ser enseñados a amar, por Dios-Amor. Hay que darle a la inteligencia y a la sabiduría venida de Dios el lugar que les corresponde en los asuntos del amor.
Porque, de lo contrario, caemos en el amor ciego al que el mito griego representa como un niño con los ojos vendados y que tira flechas a ciegas. Cupido, quiere decir, en latín, deseo. Pero es un deseo infantil, un capricho de niño, irracional y ciego.
¡Qué visión tan distinta de la visión bíblica del amor! Para el Cantar de los Cantares el amor esponsal no es flechazo de un dios ciego. ¡Es un contagio del Amor Divino, una participación en el Amor que es Dios! ¡El amor es un fuego bajado del Cielo!
Dice, en efecto, el Cantar de los Cantares “Porque fuerte es el amor como la muerte [o más que la muerte], obstinado como el abismo, saetas de fuego sus saetas, una llamarada de Dios”8 .
Dios es un Fuego de Amor del que se desprenden llamas, que son las que arden en el corazón de sus creaturas, que han sido creadas a imagen y semejanza de esa hoguera del amor divino, siendo cada una de ellas como una lengua de fuego, imagen y semejanza del amor divino.
El Cantar de los Cantares contiene enseñanzas importantes acerca del matrimonio, ya que nos dice que el amor humano es una centella o una chispa, o una flecha de fuego desprendida del amor divino, una participación creada en el amor divino. Y esto confirma la doctrina del Génesis que dice que somos imagen y semejanza de Dios; la confirma y de alguna manera la explica. Nos dice que lo que hay en el corazón de la creatura humana tiene origen divino. Está en la creatura por creación. Pero... después - nos continúa revelando - ha sido herida por el pecado.

Por eso, no hay verdad acerca del amor humano si no dentro de la verdad del amor divino.

No hay aguas capaces de extinguir el amor. ¡Qué visión tan extraordinaria ya en el Antiguo Testamento, en el Cantar de los Cantares, de lo que es el amor esponsal! Nos dice la Sagrada Escritura que por más que el pecado original haya herido al amor, no logra destruir la obra de la creación divina. Es una participación de las creaturas que las hace imagen y semejanza del Fuego de Dios. Y sin embargo, aunque ese amor no puede ser extinguido por muchas aguas, ni por la muerte, necesita ser sanado, como vamos a ver, porque está amenazado y herido. “Muchas aguas no pueden extinguir el amor ni los ríos anegarlo”, o “Muchos mares no podrían sofocar al amor”. Y “si alguien diera todos los haberes de su casa por el amor, sólo lograría desprecio”9 . Si alguien quisiera comprar el amor con todo lo que tiene, no podría obtenerlo. ¿Por qué? Porque es una Gracia, un Don. Es algo que se recibe y al mismo tiempo es algo que necesita ser sanado y salvado en el corazón de los hombres. Hay que estar preparado para recibirlo, ser dócil.

Los abismos del mar: los abismos del mal
Para comprender mejor el sentido de esta enseñanza, según la cual todas las aguas de los mares no serían capaces de anegar el amor, hay que saber que el eje simbólico del mar es, en el lenguaje de las Sagradas Escrituras, el lugar en cuya profundidad se sume todo lo que es opuesto a Dios, lo que es enemigo de Dios.
El amor no puede ir al fondo del mar porque el fondo del mar significa lo contrario al amor. Es el lugar simbólico a donde van los que no aman a Dios: la generación del diluvio (Génesis 6, 5ss), el ejército del Faraón (Éxodo 14, 27-28), los pecados del pueblo elegido (Miqueas 7, 19), el profeta desobediente (Jonás 1, 16 ss), los imperios bestiales que ve Daniel en sueños (Daniel 7, 2ss), los que escandalizan a los pequeños (Marcos 9, 42), los hombres a quienes los apóstoles fueron enviados a pescar y sacar de las profundidades (Marcos 1,17).

Las aguas del océano no podrán anegar y engullir el amor. A pesar del pecado original, hay un designio divino que va a salvar al amor de desaparecer anegado por las aguas del mar10 .

El arte de amar

Que hay que aprender a amar se lo dice también, a quien no crea en las Sagradas Escrituras, el psicólogo Erich Fromm en su libro El arte de amar. Allí dice precisamente que hay gente que piensa que le basta guiarse por sus sentimientos espontáneos, dejarse llevar por ellos, sin ningún control. Él responde: “¡No! Amar es un arte”. Por lo tanto, entra la inteligencia en la configuración de los sentimientos, en la purificación de los sentimientos y en la dirección de los sentimientos. Amar es una obra de arte de la inteligencia que exige también un talento práctico, como el del artista. Amar es una obra de arte de los esposos, que se va realizando durante toda la vida. Una obra de arte que se ha de lograr en común. Amar es un arte y hay que aprenderlo, Y no todos los artistas son buenos. Hay artistas buenos, artistas malos y artistas pésimos. ¡El arte de amar!

Un arte y una gracia

El psicólogo ve un hecho y lo comprueba, pero no ve todo. Porque la fe nos dice que sí, que amar es un arte, pero que es, sobre todo ¡una Gracia! ¡Un Don divino! Algo que hay que prepararse para recibir de Dios. Algo que hay que pedir y hacerse capaz y digno de recibir. Y además, algo que, para ser bien recibido, supone que quien lo recibe tiene que ser sanado. Porque en nuestra naturaleza herida por el pecado lo que debe ser restaurado, precisamente, es la capacidad de amar al otro sin los límites del amor propio, que muchas veces está desviado y termina utilizando al otro.


Es necesario, entonces, pedir la Gracia de un amor puro, un amor generoso, que es el que da la libertad. Es necesario beber de las fuentes de la revelación divina, de la Sabiduría católica revelada por Dios y amar de tal manera que se pueda vivir después el amor esponsal y formar a los niños en el matrimonio, en la familia, que es la escuela del amor. Si los niños en esa escuela tienen malos maestros, después no sabrán amar. Incluso pueden llegar a tener los conocimientos para salvar un examen teórico, pero en el práctico, como lo muestra la experiencia, les puede ir muy mal.

El origen de este libro

Este libro nació a partir de la desgrabación de predicaciones, conferencias y entrevistas radiales sobre estos hechos. Aunque he reelaborado el texto para pasar del estilo oral al escrito, el lector percibirá fácilmente que cada capítulo no tiene una unidad temática estricta, sino que se mantienen los vaivenes temáticos y las repeticiones propias de la exposición oral. En una conferencia se adelantan motivos o se retoman los ya expuestos para comentarlos o aplicarlos a situaciones presentes. Eso da lugar lógicamente a repeticiones que tienen, sin embargo, su utilidad pedagógica.

Una palabra de gratitud a la autora de la desgrabación pero también respetamos su voluntad de que no mencione su nombre. También los lectores que se beneficien de su trabajo, sin el cual este escrito no estaría entre sus manos, le deben gratitud a quien solamente pide a cambio una oración por ella y los que ama.