2008/05/18

Escritor vegetariano (Alfaguara)

Cierto aspectos de la vida se han perdido a manos del exhibicionismo de estos tiempos parece haber reducido el espacio del goce.
Manuel Vicent lo recupera en Comer y beber a mi manera (Alfaguara). El escritor, que es vegetariano, dice que el prestigio de la cocina mediterránea reside en su visibilidad. Vicent es una de las voces más prestigiosas de la narrativa contemporánea española. Son de Mar, La novia de Matisse, Cuerpos sucesivos, Nadie muere la víspera son algunas de sus obras más destacadas. -
¿El goce por la comida se vincula con cierto erotismo perdido en estos tiempos?
-Hay un punto en que los cinco sentidos convergen. Todos los placeres son un mismo placer; todos los espacios, un mismo espacio, y todos los tiempos, un solo tiempo. Y después está ese punto inmaterial donde confluyen los cinco sentidos corporales, que es el alma. Y para que el alma vuele, se necesita imaginación. Este libro es muy franciscano. Es un homenaje a esos primeros alimentos terrestres, sencillos, y también a las mujeres que, desde la prehistoria, están en la cocina y no aparecen en ningún ranking de cocineras famosas. Su mérito fue convertir la nada en platos imaginativos y suculentos. En cambio, la nueva cocina es volver de la sobreabundancia a la nada, pero a la nada conceptual. Es comida para desdentados.
-¿Por qué recordamos los sabores de la infancia y los olores de la adolescencia?
-Tenemos tres cerebros. El del reptil, que es operativo y maneja los instintos básicos; el cerebro límbico, que es el de las emociones, y luego la inteligencia. El cerebro límbico es el que registra los sabores de niño, los primeros sabores que el paladar ha codificado. Una vez que lo tienes, ya no lo pierdes jamás. Eso es como una columna de mármol. Y cuando llegue el Apocalipsis, uno tiene que aferrarse al tarro de mermelada de la abuela, que es lo más sólido que existe.
¿Somos lo que comemos?
-Sí, claro y también cómo lo comemos. Rafael Azcona decía que la comida no es pesada ni da acidez. Lo que da acidez son ciertos comensales. Una tortilla con perejil te puede sentar como una bomba si al lado tienes unos impresentables.
¿La comida se ha teñido de contenido político?
-En esto del hambre planetaria estoy convencido de que si para el capitalismo fuera rentable acabar con el hambre, esta desaparecería. Pero el capitalismo no ve la forma de ganar dinero matando el hambre de los demás.
¿Qué alimentos llevaría a un retiro a cualquier sitio solitario?
-Me llevaría un pan de esos de pueblo, aceite de oliva y aceitunas.

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