2008/07/30

“La buena literatura desarrolla siempre un espíritu crítico en los lectores”. Entrevista


No sólo se mantuvo fiel a su vocación literaria cuando de joven desobedeció los deseos de su familia para dedicarse al arte de la palabra, sino que, medio siglo después, su lealtad hacia la “responsabilidad de tipo político, moral y social” que a su juicio debe tener el escritor lo han convertido en uno de los intelectuales más importantes e influyentes de Latinoamérica. Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) disfruta estos días de las excelencias de la escena, junto a Aitana Sánchez-Gijón y Joan Ollé, representando la adaptación que el escritor ha hecho de Las mil noches y una noche que este fin de semana colma de erudición la sala sinfónica del Auditorio tinerfeño.- Este es el tercer montaje que disfruta junto Joan Ollé y Aitana Sánchez- Gijón y en esta ocasión han elegido los relatos de la célebre obra ‘Las mil y una noches’.

¿Ha sido con la finalidad de acercar a Occidente las características de la literatura de Oriente?

“Bueno, en realidad Las mil noches y una noche son unos cuentos muy conocidos en Occidente. Efectivamente, Occidente lanza estos cuentos al mundo porque, hasta que se hacen las primeras recopilaciones y traducciones por escritores europeos, esos cuentos no estaban compilados, circulaban dispersos por el Oriente. Incluso eran considerados por los intelectuales, por el establishment cultural árabe, como literatura popular barata. A mí lo que me atrae mucho de Las mil noches y una noche es la parábola que sirve de estructura a la historia, porque me parece que es una maravillosa descripción, muy clara, muy gráfica, de la función de la ficción, del cuento en la vida como elemento civilizador y humanizador de la vida. Creo que la función del cuento, de la literatura, de la novela en la vida es una función que establece un diálogo, una comunicación entre los seres humanos. Además ensancha mucho los horizontes de las personas. Permite que uno deje de desconfiar del otro, del que es distinto, del que habla otras lenguas, del que adora a otros dioses, del que tiene otras costumbres”.

- Con respecto a la función humanizadora de la literatura, ¿cuánto de cuento cree usted que hay en la sociedad actual?

“Bueno, creo que hay cuentos y cuentos ¿no? (ríe). Nos cuentan muchos cuentos en la sociedad actual. El cuento tiene esa doble significación. Contar cuentos puede ser una actividad muy benigna, muy altruista, divertir, entretener, hacer soñar… Pero contar cuentos también quiere decir engañar. Timar a una persona es contarle un cuento. Hay una ambigüedad porque contar cuentos es hacer pasar como verdades cosas que no son ciertas, que son mentiras, que son ficciones y eso puede enriquecer la vida de la gente haciéndola soñar, haciéndola vivir una vida alternativa, pero también puede ser engañar a la gente, ilusionarla, confundirla sobre lo que es la realidad y la ficción, sobre lo que es la verdad y la mentira.
De esa ambigüedad también está hecho el cuento y es una ambigüedad que tiene que ver con la condición humana. No nos contentamos con las vidas que tenemos sino que queremos vivir otras y vivir más y vivir de una manera más intensa. Eso también es un poco la esencia del cuento”.
- Parece que esta representación concede protagonismo a la palabra.“Sí, creo que se puede decir que la palabra es muy importante, es una protagonista. Digamos que hay historias, pero las historias están a ratos vividas e interpretadas y a ratos leídas, pero sobre todo contadas. Tanto Sherezada como Sahrigar se transforman en los personajes de las historias que cuentan y no sé qué proporción, pero un porcentaje importante de la obra está contada por los dos protagonistas”.

- ¿Qué ha descubierto al enfrentarse a la palabra, no desde el punto de vista de escritor sino de actor?

“Eso es muy interesante porque el pasar por el escenario obliga muchas veces a hacer modificaciones profundas en el texto. No todos los textos pueden ser dichos de la misma manera, interpretados, leídos. La palabra no se puede usar en el teatro con la misma libertad con la que escribes una novela u otros géneros, porque esa palabra tiene que pasar por la voz, tiene que pasar por la elocución y tiene que convertirse en una manera de actuar o de conducirse y entonces eso exige un tratamiento especial para la palabra. Eso me ha llevado a hacer muchas modificaciones en el texto. Y también tengo que decir que tanto Ollé como Aitana han contribuido mucho a darle forma definitiva al texto, porque ellos tienen también mucha experiencia”.

- La revista ‘Foreing Policy’ le ha considerado uno de los 100 intelectuales más destacados del mundo y, al igual que otros artistas de Latinoamérica (tal es el caso de Gilberto Gil o Rubén Blades), su compromiso social le ha llevado a implicarse activamente en política.
“Cuando comencé a escribir en los años 50 era casi imposible separar una actividad literaria o una actividad artística de una cierta responsabilidad política. Hoy en día eso es normal. A los escritores jóvenes hoy en muchos países del mundo les importa un comino la política y tienen un gran desprecio por ella, o no lo tienen pero piensan que eso no debe incidir, de ninguna manera, en su trabajo intelectual. Cuando yo era joven eso era inconcebible y creo que ningún escritor de mi generación se daba el lujo de decir a mí la política no me importa. Además, existía la idea de que con la literatura un escritor no solamente entretenía, divertía o hacía soñar a las personas, sino, de alguna manera, las ayudaba a tomar conciencia de los problemas de su tiempo. Había la idea de que la literatura también podía cumplir una función de tipo histórico y político en la sociedad, y ésas eran ideas que formaban parte de la cultura. He cambiado en muchas cosas, pero la idea de que la literatura no puede ser sólo entretenimiento y diversión para mí sigue siendo vigente. Además, creo que la buena literatura desarrolla siempre un espíritu crítico en los lectores, lo hace a uno mucho más consciente de lo que anda mal en el mundo que lo rodea y ésa es una función de tipo social y político porque siempre he pensado que un escritor es también un ciudadano que forma parte de una comunidad”.

- Usted que también es analista político y en relación con el llamativo, incluso inquietante, resultado de la visita que llevó a cabo Barack Obama en Berlín, ¿Qué clase de contador de cuentos es el candidato demócrata?

“Tengo mucha esperanza también en Obama. Me parece que representa algo nuevo en la política norteamericana. En primer lugar, es el caso extraordinario de un negro, un mulato, que sale de una familia muy humilde, de un sector muy discriminado de la sociedad y que, por sus méritos, ha llegado a la cúspide y con grandes posibilidades de ser el presidente de Estados Unidos, lo que significa dentro del contexto norteamericano una verdadera revolución social y política. Por otra parte, es un caso interesante. Es un político inteligente, es un político muy culto con una formación absolutamente de primerísimo plano y con ideas muy novedosas, con ideas muy reformadoras. Lógicamente, ahora que la posibilidad de que sea presidente es muy real, está obligado a hacer muchas concesiones, entonces no es el mismo que era hace seis meses. Habla con menos libertad, está mucho más obligado a combatir los puntos flacos de su candidatura”.

- ­ ¿Se ha recuperado el valor de la palabra en la era audiovisual?

“Es un magnífico orador, un buen expositor y además escapa un poco de ese lenguaje estereotipo, de clichés, que tiene el discurso político. Hay una voz fresca, con ideas. Tengo muchas esperanzas, sobre todo porque pienso que ha despertado un idealismo que estaba como en receso entre la gente joven respecto a la política. Barack Obama ha hecho que millones de jóvenes norteamericanos que no tenían ningún interés en la política de pronto la vean como algo idealista, un gran instrumento de cambio y que se embarquen en su candidatura. Es un poco lo que ocurrió con John Kennedy”.
- Hoy [por el viernes] ha sonado una voz también que es la de Hugo Chávez, quien en su entrevista con el Rey ha dicho que si van a devolver a América a los latinoamericanos, entonces Venezuela devolverá a los canarios. ¿Qué conclusiones le suscita una expresión como ésta?

“Soy un crítico radical de Hugo Chávez, creo que es una vergüenza para América Latina. Es un representante de lo peor que tiene la tradición latinoamericana política, la del caudillo populista, demagogo, hombre fuerte, poco democrático, autoritario. Es la peor cara de América Latina, entonces, no tengo ninguna simpatía por él. Creo que está destruyendo Venezuela y además está desestabilizando, a través de sus petrodólares, a las democracias del contorno. Pero felizmente su impopularidad en Venezuela es creciente y está muy frenado por esa oposición interna que es cada vez más activa y eficaz”.

- ¿Este discurso europeo sobre la inmigración no estará dando alas a ese otro discurso caudillista?

“La verdad es que en Europa hay ahora, por desgracia, una paranoia respecto al tema de la inmigración. Como hay muchos problemas y una crisis, hoy día la inmigración se ha vuelto el chivo expiatorio como si fuera responsable, lo que es, por supuesto, un absurdo y no corresponde para nada con la realidad. En Europa hay un apoyo considerable a unas medidas antimigratorias que son, en algunos casos, hasta discriminatorias y racistas. Eso tiene que ser criticado no desde el punto de vista de los americanos sino de los europeos. Que esa inmigración debe regularse y administrarse de una manera inteligente de acuerdo a lo que son las necesidades sociales y económicas, sin ninguna duda, pero combatirla como fuente de los problemas que vive Europa es un disparate, no corresponde a ninguna realidad”.

- Entre Cayo Bermúdez o Sahrigar ¿cuál de estos personajes podría obtener la redención del público?

“No sé. Son personajes muy distintos. Sahrigar es un personaje mítico, que viene de la fantasía y del pasado y Cayo Bermúdez, por desgracia, es un personaje todavía muy vigente en América Latina y no sólo, sino también en otras partes del mundo. Todas las dictaduras y todos los regímenes autoritarios son siempre generados por ese tipo de especímenes, que trabajan desde la sombra, son los que aplican el terror, las fuentes principales de la corrupción. Prácticamente no hay dictadura que no tenga su Cayo Bermúdez. Pero es el sistema el que los produce más que ellos generan el sistema”.

- ¿Serían necesarios para mantener esa tan manida teoría del equilibrio mundial de la que hacen uso los politólogos?

“No. La dictadura nunca es necesaria. La dictadura es una aberración, un sistema que produce violencia, injusticias, que no resuelve problemas sino que los multiplica. Si hay una historia que lo demuestra de manera constante es la de América Latina, que está como está por la tradición dictatorial que ha hecho tanto daño. Los países que han padecido menos esa tradición son los que están mejor, son los que están saliendo adelante, los que están creciendo -con muchos problemas todavía-, en tanto que los sistemas autoritarios que aún persisten son los que andan peor, incluida la Venezuela, a pesar de esa especie de maná que tiene con el petróleo”.

- Va a tener una presencia destacada en el próximo Encuentro Latinoamericano de Cine de Lima. Gran parte de su obra ha sido adaptada a la gran pantalla. ¿Le han satisfecho los resultados o es de los que opina que un filme no puede igualar al libro?

“Nunca he asistido al festival porque en esas épocas estoy siempre en España, pero esta vez sí voy a ir al Perú. He visto todas las adaptaciones menos una que hicieron de La ciudad y los perros en Rusia. Bueno, en algunos casos las adaptaciones me han parecido fieles a mi espíritu en otros casos menos. Sólo una vez he intervenido yo en las adaptaciones y la verdad es que fue tan catastrófica que he quedado curado de espanto y no volvería a hacerlo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita y dejar tu comentario.