2010/02/06

Ya hay una prueba para medir la salud mental de los chicos.Pero falta la decisión política para aplicarla; ayuda a conocer el estado psíquico (8 -17)


¿Por qué no podemos saber cuántos niños padecen depresión, psicosis, autismo o fobias? ¿Por qué en la ciudad de Buenos Aires y en el resto de la Argentina no podemos saber algo tan importante para la adecuada planificación y administración de los recursos, como es la prevalencia de enfermedades psiquiátricas?

Con ambas preguntas dándoles vuelta en la cabeza, un equipo de psicólogos y psiquiatras especializados en chicos y adolescentes se puso a trabajar para poder dar un primer paso en la obtención de esos datos poblacionales. Para eso, utilizó la misma herramienta que aconseja la Organización Panamericana de la Salud (OPS), para que los gobiernos conozcan la prevalencia de los trastornos de salud mental y de la conducta en la población de entre 8 y 17 años.

Se trata de una entrevista diagnóstica llamada DISC-IV, traducida al español, y que se aplica a padres e hijos. Contiene una gran cantidad de preguntas sencillas, sobre sensaciones, sentimientos y reacciones cotidianas, que adultos y chicos tienen que responder con sí o con no. Basta que uno de los dos dé una respuesta afirmativa, para profundizar en ese síntoma potencial de una enfermedad o de un trastorno.

"Con nuestra investigación, logramos la primera parte: validar el instrumento que se viene utilizando en el mundo para la pesquisa y el reconocimiento de problemas psiquiátricos en la comunidad. Ese instrumento demostró su validez y su confiabilidad en todos los lugares donde se lo utiliza, y lo mismo replicamos ahora nosotros en Buenos Aires", explicó ayer a La Nacion el psiquiatra infantojuvenil Gabriel Kunst, integrante de la Sección Niños del Departamento de Psiquiatría del Cemic.

Además, el autor del estudio publicado en Vertex y financiado con una beca de la OPS agregó: "Es imprescindible que las autoridades se decidan a hacer estudios poblacionales de prevalencia en salud mental pediátrica. Claro que, con esta herramienta, podría no hacerse nada, pero se estaría perdiendo una gran oportunidad de conocer la prevalencia de la salud mental de nuestros chicos y adolescentes. Y eso sólo depende de una decisión política".

Es que, en salud, más que el lanzamiento de planes y programas se necesita implementar políticas de probada eficacia y poder conocer qué resultados se van obteniendo en la prevención, la detección y el tratamiento de los distintos trastornos.

"Así como un país necesita indicadores macroeconómicos para instrumentar buenas políticas (PBI, tasa de desocupación, etcétera), en la salud ocurre lo mismo. Y en la salud mental, también ?dijo el autor?. La prevalencia y la incidencia de las patologías son herramientas indispensables para la gestión de adecuadas políticas en salud mental. Ocurre que, por lo menos en la población infantojuvenil, la Argentina nunca tuvo esos indicadores. Y esto ocurre aquí, donde se suceden brotes de crisis sociales y políticas de las que no terminamos de conocer los efectos que producen para poder intervenir."

Junto con Kunst, los especialistas Jorge Blidner, Valentina Esrubilsky, Hugo Longarela y Estela Vega reunieron a unos 200 chicos y adolescentes atendidos en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. La prueba, que no necesariamente debe aplicar un profesional de la salud, se le tomó a un grupo de pacientes del Servicio de Salud Mental del hospital.

Los resultados se compararon con las respuestas del grupo control, que estuvo integrado por pacientes saludables que aguardaban en las salas de espera en otros servicios. El estudio duró dos años.
Las preguntas del DISC-IV indagan sobre la presencia en los chicos de un conjunto de síntomas que describen problemas como la psicosis, el trastorno de ansiedad, la depresión, las ideas suicidas, los trastornos alimentarios, etcétera. Por ejemplo, se pregunta, si tiene problemas para dormir, se pelea mucho, tiene dificultades en la escuela o si tuvo ideas de muerte en los últimos tres meses, entre otras preguntas.

Según el equipo, el DISC-IV demostró su buena capacidad para detectar alteraciones psiquiátricas. Mientras que los padres informan mejor sobre los síntomas conductuales de sus hijos, los chicos aportan información más precisa sobre síntomas más subjetivos, como los sentimientos de ansiedad o de depresión.

"Hasta ahora, no existía ninguna medida de evaluación validada para la pesquisa poblacional de trastornos mentales. Ya tenemos un buen termómetro; es necesaria la decisión política de usarlo", insistió Kunst.
publicado por: Fabiola Czubaj

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