2013/07/08

La criogenización, ¿Una alternativa que se abre al futuro?



ENSAYO


La criogenización, ¿Una alternativa que se abre al futuro?



Por: Guzmán Sánchez, Patty Brunella

Prof. Flor Chirinos Sánchez 

Área: Comunicación 




2013


  


¿Qué nos depara la vida?¿Llega un punto en que todo se acaba? Son dos de las miles de preguntas filosóficas que todos y cada uno de nosotros hemos podido tratar de abordar en algún momento de nuestra vida. Tras el desenlace vital de la muerte, se abre ante nuestra expectativa la imponente interrogación de qué será de nosotros y de nuestra consciencia. ¿Es la  muerte un hecho irreversible?

 La sociedad puede aceptar la muerte, rechazarla e incluso desafiarla según la visión que cada cultura tiene. Por medio de la cultura trata de explicar y dar significado al caos que esta representa. Es normal que todos los hombres tengamos temor a ese momento tan inesperado. Sin embargo, Cristo nos enseñó que todos los hombres mueren una sola vez, no debemos dejarnos engañar ni confundir por aquellos que ofrecen una segunda o más oportunidades de vida terrenal.


No obstante, la inclaudicable búsqueda del hombre, lo ha llevado a encontrar supuestas alternativas de solución ante algo tan irreversible. La primera insinuación de que la vida humana podría ser conservada durante siglos -pero sin hacer referencia a los métodos-, fue manifestada por el reconocido Benjamín Franklin. Desde esta consideración hubo que esperar casi dos siglos,  para que otro miembro de la ciencia, en este caso, el profesor de física Robert Ettinger, propusiera con absoluta convicción que el hombre podría conservarse y aspirar a la “vida eterna” a través de la congelación del cuerpo. A partir de este instante se ha tejido una serie de posibilidades y ofrecimientos por parte de la imparable ciencia respecto a la propuesta de ofrecer al hombre la visión de una oportunidad ante la muerte.

 Pero todo lo humano tiene un límite y esto se ha demostrado en repetidas oportunidades. En un principio la criogenización se topó no solo con el rechazo de parte de la sociedad,  comunidad científica y médica, sino que se vio envuelto en graves problemas de financiación que imposibilitaron asumir los elevados costes y complejos cuidados que requieren los pacientes. A esto se le suma los repetitivos escándalos que este tema ha acaparado.
 
Por ello debemos estar alertas respecto a la información que nos brinda este mundo globalizado, pues Dios nos entregó la vida y el día que nos la quite, será para  siempre. Sin embargo, sí se abre otra posibilidad: la de la vida celestial, mas no podemos fiarnos de lo que la ciencia nos da como una opción de “resurrección” ya que esto es imposible.

 Debido a la constante confusión que este tema ofrece, es necesario dar una completa pero precisa información sobre esto y así poder darnos cuenta de lo fraudulento que puede ser este método.
Es verdad, llega un punto donde todo se acaba. Donde nuestro cuerpo se separa del alma, y comenzamos a sumergirnos en una experiencia casi idéntica a la del nacimiento, pues germinamos a una nueva vida, la cual será plenamente eterna.

 Debido a la limitación del entendimiento de nosotros, los seres humanos, y para dar una mayor ejemplificación me parece oportuno comparar la muerte con una mariposa emergiendo de su capullo. Al inicio se arrastra por el suelo como una oruga y después se encierra en su crisálida (aparentemente muerta) y cuando se despoja de ella, vuela libre y ligero convertido en una bella mariposa, esto puede darnos una idea, al hombre viviendo en la Tierra y cuando muere se independiza de su envoltura material siendo su espíritu libre de nuevo. Esto nos puede dar una idea de lo que es morir.

 He de admitir que yo tengo miedo a la muerte. No hay día que piense en ella de alguna manera, a veces siento alguna angustia leve pero constante. Me considero una persona feliz con lo que he estado consiguiendo en mi vida, pero esa incertidumbre que sigue estando presente me produce un constante desasosiego, el cual creo que vive presente en el corazón y en la mente de todas las personas al igual que en mí.

 Pero si la muerte se describe como una experiencia asombrosa y diferente, ¿de dónde surge nuestro inevitable temor hacia ésta? El temor a morir es constante. La muerte es un hecho natural que afecta a todo ser vivo y en todas las épocas el hombre se ha preocupado de su porvenir de ultratumba, cualquiera que sea la importancia que se le dé a la vida presente, pensando en lo corta que es y que puede ser interrumpida en cualquier instante sin saber lo que puede pasar mañana.
 
Si la muerte no existiera habría mucho que ver y mucho tiempo, pero muy poco que hacer y nada en que pensar. Siempre debemos tener presente que la muerte es personal e intransferible, nadie puede morir por nosotros, como no podemos retrasar ni cambiar la muerte de una persona por la de otra, la muerte es a la vez lo más individualizador e igualitario: en ese momento nadie es más ni menos que nadie.

 No obstante, a eso, a lo largo de la historia el hombre a buscado distintos métodos para retrasar o “deshacerse” de la muerte. Todo lo que hacemos en la vida es para evitar morir. Es de estos intentos donde se recibe el apoyo de la ciencia, la cual ha ido avanzando y ha logrado mejorar, en muchas ocasiones, la calidad de vida de las personas pero a su vez ha descubierto lo que hoy en día se llama la criogenización, que es un concepto mucho más complicado el cual trata de alargar la vida.
 
Los procesos de criogenización comenzaron a investigarse sobre los años sesenta y a partir de ahí se ha ido evolucionando hasta conseguir que se realicen en seres humanos.
Varias fundaciones de los Estados Unidos e Inglaterra ya albergan las primeras fases de criogenización.

 Pero ¿Qué es la criogenización? La criogenización es un método por el cual se somete a una persona  o  animal  bajo condiciones de frío intenso con el objetivo de preservar su cuerpo en condiciones para ser reanimado en el futuro. El término correcto para este proceso es criopreservar. Existen dos formas de criopreservar un cuerpo. Una de ellas consiste en congelar un cuerpo que ya esté muerto con la ilusión de que algún día esa circunstancia sea reversible, pero lo ideal es que la criogenización se efectúe antes de que ese hecho se produzca. Sin embargo, no es tan sencillo como parece, ya que las leyes de Estados Unidos, prohíben congelar un cuerpo vivo. La solución: Que un centro médico declare a la persona “clínicamente muerta”. Una vez realizado éste trámite, se traslada rápidamente el cuerpo al centro de criogenización antes de que se produzca la muerte biológica. Una vez allí, se reaniman las funciones de circulación y respiración para que los daños en el cerebro y en el organismo sean mínimos. 

Pero la ciencia no siempre es buena, y aunque el conocimiento no es bueno ni malo en sí mismo, deberíamos examinar el uso que damos a cada cosa nueva que descubrimos. Además pienso que  la ciencia tiene grandes límites, no todo lo puede y si intenta rebasarlos estaría violando la ética y los derechos humanos fundamentales.
 Una muestra de los límites de la ciencia se ve reflejada en que por el momento, nadie se atreve a asegurar el éxito completo del procedimiento criogénico. Todo se basa en esperanzas, sueños e ilusiones. Las voces críticas no provienen únicamente de la sociedad, sino también de los sectores científicos. Una de estas personas es Manuel Tello, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad del País Vasco y especialista en criogenia. Su posición es tajante: “La criogenización es la utopía de gente con cierto nivel económico a la que le cuesta creer que pueda morir”. El mayor problema reside en que la criogenización carece de base científica, lo que impide “afirmar o pensar de forma coherente que sus seguidores pueden resucitar”, comenta Tello. Lo cierto es que los defensores de la congelación tampoco se han mostrado nunca rotundos en cuanto a los exitosos resultados de la misma. El propio Carlos Mondragón lo reconoce. Sabe que no hay garantías y que “todo es mera especulación”. “Pero no estamos locos: es una especulación razonable”, añade.
 La diferencia que separa la postura de defensores y detractores se basa en que mientras los primeros creen que la ciencia podrá solventar los inconvenientes actuales, los segundos opinan que nada de eso sucederá. “Cuando congelamos un tejido con función vital-explica Tello– lo que hacemos es pararla. En la criogenización no se habla de un tejido que está muerto, sino de un tejido que tiene que recuperar la vida que tenía. Y, hoy por hoy, eso es imposible. Es casi pensar en la resurrección de la carne”. David Pegg, profesor de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), es de la misma opinión. “La resurrección humana es imposible”, dice.
  Otros, sin embargo, no piensan del mismo modo. Es el caso del criobiólogo Gregory Fahy, que afirma que hay una posibilidad de que “la estructura cerebral e incluso las funciones del cerebro se mantengan intactas al congelar este órgano y protegerlo con sustancias químicas como el glicerol”. También en este punto Manuel Tello se muestra tajante: “Entonces el cerebro sería como un disco duro y hasta el momento, que se sepa, no hay nada inerte. Todo está vivo”. Pese a todo, los partidarios de la criogenización siguen manteniendo sus ilusiones. Y más desde que han comenzado a vislumbrar en la nanotecnología el camino para convertir en realidad lo que hoy es ciencia ficción.
 Aparte, surgen otras preguntas respecto a otros ámbitos. Aquí se encuentra la pregunta ética que acecha es acerca de si es moral gastar grandes sumas de dinero en la aplicación de ésta tecnología cuando con ese dinero se pueden salvar numerosas sino millones de vidas humanas. La segunda es cómo se enfrentaría la sobrepoblación que originaría vencer el envejecimiento. Sin embargo la misma tecnología puede incrementar las fuentes de alimentos notablemente y otras necesidades para que el ser humano habite regiones desoladas del planeta. Pero siempre el espacio se acabará y a menos que sea posible la vida en otros planetas el límite del espacio llegará tarde o temprano. Así vistas las cosas, el dilema pasará a ser no ¿por qué querer vivir por siempre?, si no, ¿por qué habría uno de querer morir, si sus funciones vitales son normales y el envejecimiento es evitable?
 Otro punto importante es el tema de la readaptación sicológica. Supongamos que te “duermes” en el siglo XX o XXI, y despiertas en el siglo XXVII. La tecnología y costumbres de esa época pueden ser totalmente incomprensibles para ti. Imagínate como se sentiría una persona de la edad media en la actualidad, con aviones, ordenadores y TV por todos lados. O teniendo que comer con cubiertos, por ejemplo. Viendo mujeres semidesnudas todo el tiempo. Seguramente la adaptación no sería algo sencillo.

Y por último, es bastante probable que no haya interés alguno en “revivir” a alguien de hace 500 años. Seguramente se plantearían problemas éticos, médicos, económicos, que harían difícil justificar el esfuerzo de devolverle la vida a alguien que podría tener poco interés para la sociedad, y solo plantearía problemas de adaptación.
 Todo lo anterior refuerza esta idea del biólogo Arthur Rowe: "Pensar que la criónica puede reanimar a alguien que ha sido congelado es como creer que puedes retornar la hamburguesa a la vaca". Comparto esta idea y todas las anteriores, ya que considero innatural este proceso, porque “lastimosamente” la naturaleza nos hizo con una vida útil pero limitada. Todo en la naturaleza tiene un orden, pero si se rompe el orden, empiezan los problemas, y si nosotros ya pasamos ese tiempo de vida útil, y quisiéramos aplicar la criogenia se comenzarían a ver los efectos. Yo aconsejaría que en vez de pensar en la inmortalidad se debe pensar cómo disfrutar la vida.  A parte es una excentricidad reservada para personas con mucho dinero y con poca ilustración sobre el tema ya que como mencione anteriormente, nunca ha habido una completa demostración de que funcione con total seguridad, por lo que no es ético ofrecer un método cuya efectividad nunca se ha demostrado hasta el presente.

Definitivamente debemos meditar arduamente en esto. No todo lo que se nos ofrece puede ser totalmente cumplido y mucho menos si se trata de un procedimiento ligada a la ciencia. Tenemos que ser muy cuidadosos en esto. No hay que olvidar que para los católicos, la muerte forma parte de la vida; no es una ruptura especialmente importante. Nosotros nos fiamos de Jesús que dio su vida por nosotros para que nosotros tengamos vida eterna. Creemos que Jesús resucitó y también nosotros resucitaremos con Él.

Como dijo San Agustín: "Qué dulce es morir si nuestra vida ha sido buena". No nos corresponde preocuparnos innecesariamente por este hecho y más aún si hemos vivido dentro de las leyes y mandamientos de Dios, ya que tarde o temprano llegará y es algo totalmente redundante ir buscando por el mundo “alternativas que lo impidan”. Por ello, no debemos aferrarnos a la ciencia. La ciencia tiene tantas limitaciones como el propio conocimiento humano, ya que es un producto de éste, por lo que nunca podrá ofrecer una versión completa de la realidad. Además, por eso mismo, al igual que el hombre se equivoca muchas veces, la ciencia también.
   Concluyo, recordando que nosotros sabemos que el hombre produce tecnología que lo favorezca en el desarrollo de su vida, pero ¿hasta qué punto puede llegar esto? La ciencia crece y la sociedad va transformándose, desarrollando confort, eficiencia en los trabajos, industrialización, información al alcance de la gente, una medicina que llegó a extender la expectativa de vida, etc.
 En la actualidad aquello que parecía tan perfecto, ha llegado a crearnos falsas necesidades que nos ha hecho modificar nuestra cultura, nuestra familia, nuestra comunicación como seres sociales, hasta nuestra esencia como seres biológicos. 

Desde tiempos remotos la muerte y las enfermedades fueron tema de discusión y temor en el ser humano. Hace años era impensado vivir los años que alcanzan hoy nuestros mayores, la criogénesis apareció para hacer realidad, el sueño del ser humano de vivir por siempre. Hoy se pueden curar enfermedades, fabricar tejidos idénticos, que permitan una mejor tolerancia al injerto de los mismos, células madres, e incluso clonar seres humanos.  Podemos definirlos como avance científico, sueños realizados, milagros. Ciencia y religión confrontadas ante una realidad que nos enfrenta a un futuro con elecciones de vida y de muerte. 
La mayoría de la población se siente inmortal. La especie humana es la única que muere y sabe que va a morir. Sin embargo vivimos como si no fuéramos a morir jamás. La muerte es uno de los pocos aspectos de la sociedad en los que la racionalidad apenas si ha entrado. Hay un conocimiento consiente o reprimido de la muerte. En los últimos años , igual que a lo largo de la historia, se puede presenciar el temor de la sociedad con respecto a la muerte, y todos nuestros intentos de no pensar en ella y evadirla con ayuda de la ciencia y con los nuevos procesos descubiertos , tales como la criogenización, para no caer en el temor de la misma.
 
Por eso propongo pensar durante unos minutos: ¿Realmente está tecnología dará a esta sociedad el bienestar? ¿Puede llegar a ser un proyecto millonario efectivo la criogenia en humanos? 

 
Bibliografía:

   Introducción ¿Qué es la Ciencia? 
   Jesús M. de Miguel. ”El último deseo”. 
   Página Web de Cryonics: http://www.cryonics.org/ 
   Página Web de Alcor:
http://www.alcor.org/
·    Enciclopedia Encarta 2000
·    Catecismo: “La verdad católica”. La muerte
·  Página Taringa: http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/12020841/Trabajo-de-metodologia-criogenia.html
·  Página Neoteo: http://www.neoteo.com/criogenia-realidad-o-fantasia
· Wolovelsky, Eduardo (2008). El siglo ausente. Manifiesto sobre la enseñanza de la ciencia. Buenos Aires. Libros del Zorzal

4 comentarios:

  1. Anónimo8/7/13

    Muy interesante el ensayo, definitivamente no apoyo la criogenización, pues el ser humano simplemente tiene una vida y es decisión de Dios cuándo quitárnosla. El hombre no puede, por más que quiera, retrasar el momento de su muerte.

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  2. Muy bien Brunella. Hiciste un buen trabajo.

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  3. La criogenización es el objeto de la ciencia criónica. El origen de esta palabra hay que buscarlo en el griego kryos cuyo significado es frío. La criogenización es un método por el cual se somete a una persona ( o animal ) a condiciones de frío intenso con el objetivo de preservar su cuerpo en condiciones para ser reanimado en el futuro. Todo es posible.

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