2009/07/19

La vida en la cárcel


ALUMNA:


Torres Gaviño, Niurka.


PROFESORA:



Chirinos Sánchez, Flor.



CURSO:


Lengua y Comunicación II.




LA VIDA EN LA CÁRCEL: FORMA DE CORRECCIÓN O DE CORRUPCIÓN


La vida en la cárcel ¿Forma de corrección o de corrupción? La vida carcelaria es tan triste como cruel, pues muchas veces en lugar de ofrecer un camino para que el individuo se regenere ofrece todos los elementos para que su autodestrucción sea inevitable.

Como se sabe las prisiones, por lo común, son instituciones autorizadas por el gobierno y administradas de manera permanente por la justicia de cada país. El objetivo de las prisiones si bien es cierto varía según épocas y sociedades pero los principales son:

- Proteger a la sociedad de los elementos peligrosos, es decir que busca que aquellas personas puedan causar algún daño a la sociedad bajo cualquier modalidad, sean recluidos en estas instituciones como medio de prevención.

- Disuadir a quienes pretenden cometer actos contrarios a la ley, no se busca acrecentar la población de la cárcel, el objetivo que en realidad se persigue es lograr que cada vez más el cumplimiento de las leyes sea efectivo y no todo lo contrario.


- Reeducar al detenido para que pueda regresar a la sociedad como una persona de bien, esto se logra a través de las diversas actividades ya sea educativas como laborales con las que cuente la institución a cargo. Este es el mejor medio de generar en los recluidos la sensación de ser útil para la sociedad pero de una manera buena y es por ello que a su vez el trabajo que se realice debe ser valorado como muestra de que a pesar de todas las cosas malas que se pudo haber hecho queda en nosotros la sensación humana de ser mejores.

La teoría es múltiple pero, ¿en verdad se llegan a cumplir todos los objetivos?, considero que no. Si bien muchas veces se quiere lograr la reinserción del individuo en la sociedad, al salir de esa tormentosa vida, lo que consigue al igual que en el caso de Jean Valjean quien “…Entró al presidio sollozando y tembloroso; salió impasible. Entró desesperado; salió taciturno”, es hacer que la persona asuma la idea de que es “mala” para la sociedad.

Michael Faucault, en su obra “Surveiller et punir” (Vigilar y castigar), señala que, la utilización de las prisiones como pena para los delincuentes, fue un fenómeno que comenzó a surgir en el siglo XIX; pues antes solo se optaba por esto para los prisioneros que esperaban ser condenados.

La cárcel no es más que una manera de acabar con la vida de muchas personas, pues al igual que el autor de esta obra, constantemente la realidad nos lo confirma. Al salir de la prisión Valjean, no cabe más que preguntarse, si la sociedad acaso puede juzgar de tal manera a uno de sus miembros como para hacerle pagar diecinueve años de cárcel por querer alimentar a sus siete sobrinos, no es acaso “justo” esperar por el contrario que los menos dotados en la repartición hecha por la naturaleza sean los que puedan recibir mayor consideración; pues bien ahora después de todo esto ¿no es también inevitable esperar que la rabia contra la sociedad se convierta también en una rabia contra el Creador?, pues sí, ya que su experiencia en esa “lúgubre mansión”, deja una huella que ni el tiempo, ni el amor, ni la felicidad, ni las cosas materiales algún día pueden borrar.

Se puede lograr llevar una vida digna al salir de esa triste condena, se pude llegara a pensar que esa persona será aceptada sin objeción alguna, cuantos casos al igual que los de el protagonista de esta obra no se observan con frecuencia, pues él al salir de la cárcel logró conseguir un trabajo en el que debía recibir por pago treinta sueldos, pero al enterarse el dueño de su estadía en prisión solo le dio quince, lo que demuestra que puede acabarse el presidio, pero no la condena.

Muchas veces se logra decir que las personas que se encuentran en prisión no quieren o no pueden regenerarse nunca, pero creo que puedo decirlo con la experiencia del caso, que hay un buen número de personas que quieren iniciar una nueva vida, cuando tuve la oportunidad de vivir en carne propia la experiencia de estar en un Penal, pensé equivocadamente que todas las persona que estaban allí eran malas, pero es increíble como aún no he podido olvidar esos rostros ni esas palabras de la gente que en verdad ansía su libertad para salir y esta vez poder escoger el camino correcto.

La cárcel no es una herramienta eficaz para la prevención y lucha contra el delito de menor cuantía es necesario reforzar la pena de prestación de servicios para readaptar a los delincuentes, sobre todo cuando la mayoría de internos aún no tienen sentencia. Considero, que la solución no está en aumentar las penas sino en impulsar lo más posible la prestación de servicio comunitario y hacer que se cumpla.


Es por ello que, la pena debe ser a su vez pagada en servicios comunitarios ya que crecería la confianza en la institución, pues al ver a un exconvicto realizando labores comunitarias lo convence de que la cárcel no es una escuela del delito sino un espacio de regeneración.

La vida en la cárcel ofrece la corrección para aquella persona capaz de comprender el verdadero sentido de la vida, pero también es verdad que hay quienes a pesar de tener esa oportunidad decide guiarse de nuevo por todas aquellas cosas que ocasionaron su destrucción, cómo estar seguros de que una persona de que una persona puede regresar a la sociedad, gozar de sus derechos y aprender a valorar los de los demás.

Creo que no existe más respuesta que la prácica pues “errar es humano y perdonar es divino”, no podemos juzgar a una persona por su pasado, si es que con sus acciones presentes nos demuestra que en verdad desea cambiar, soy partidario de que si existe regeneración, aunque la vida en la cárcel muchas logre todo lo contrario.

Como personas debemos de ser capaces en aceptar el cambio y abrirnos a nuevos horizontes en el que quizá todo lo que venga sea mejor, seamos partidarios de ese cambio y acojamos a quienes necesiten de una palabra de aliento para superar esa amarga experiencia.

A lo largo de toda esta obra, no nos queda más que darnos cuenta que si bien las cárceles son esa marca que deja una condena que nunca se olvida, también hay personas buenas en ellas que al salir lo único que anhelan es nacer nuevamente a una vida que les permita obtener las mismas posibilidades que todos nosotros y lograr cumplir sus metas.

BIBLIOGRAFÍA

~ VÍCTOR HUGO. Los miserables, Perú, Ediciones Cultura Peruana, 2003.

~ Diccionario de la Lengua Española. Decimonovena edición, Madrid, Real Academia Española, 1970

~ http://www.inpe.gob.pe/online, Consultada el 30 de Junio del 2009




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