2009/10/21

Poesía selecta de César Vallejo


El Pan Nuestro


Se bebe el desayuno...

Húmeda tierra de cementerio huele a sangre amada.

Ciudad de invierno...

La mordaz cruzada de una carreta

que arrastrar parece una emoción de ayuno encadenada.


Si quisiera tocar todas las puertas y preguntar por no sé quien;

y luego ver a los pobres, y, llorando quedos,

dar pedacitos de pan fresco a todos.


Y saquear a los ricos sus viñedoscon l

as dos manos santas

que a un golpe de luz volaron desclavadas de la Cruz.

Pestaña matinal, ¡no os levantéis!

!El pan nuestro de cada día dánoslo, Señor...!

Todos mis huesos son ajenos;

yo tal vez los robé.


Yo vine a darme lo que acaso estuvo asignado para otro;

y pienso que, si no hubiera nacido,

¡otro pobre tomara este café!


Yo soy un mal ladrón... ¡A dónde iré!


Y en esta hora fría,

en que la tierra trasciende a polvo humano

y es tan triste, quisiera yo tocar todas las puertas,

y suplicar a no sé quién, perdón,

y hacerle pedacitos de pan fresco aquí,

¡en el horno de mi corazón...!


Borlas de hielo

Vengo a verte pasar todos los días,

vaporcito encantado siempre lejos...

Tus ojos son dos rubios capitanes;

tu labio es un brevísimo pañuelo

rojo que ondea ¡en un adiós de sangre!


Vengo a verte pasar; hasta que un día,

embriagada de tiempo y de crueldad,

vaporcito encantado siempre lejos,

¡la estrella de la tarde partirá!


Las jarcias; vientos que traicionan;

¡vientos de mujer que pasó!

Tus fríos capitanes darán orden;

¡y quien habrá partido seré yo...!



Ausente¡

Ausente! la mañana en que me vaya

más lejos de lo lejos, al Misterio,

como siguiendo inevitable raya,

tus pies resbalarán al cementerio.


¡Ausente! La mañana en que a la playa

del mar de sombra y del callado imperio,

como un pájaro lúgubre me vaya,

será el blanco panteón tu cautiverio.


Se habrá hecho de noche en tus miradas;

y sufrirás, y tomarás entonces

penitentes blancuras laceradas.


¡Ausente! Y en tus propios sufrimientos

ha de cruzar entre un llorar de bronces

una jauría de remordimientos.



Entre el dolor y el placer...

Entre el dolor y el placer

median tres criaturas,

de las cuales la una mira a un muro,

la segunda usa de ánimo triste

y la tercera avanza de puntillas;

pero, entre tú y yo,

sólo existen segundas criaturas.


Apoyándose en mi frente,

el día conviene en que, de veras,

hay mucho de exacto en el espacio;

pero, si la dicha, que, al fin,

tiene un tamaño, principia,

¡ay! por mi boca,

¿Quién me preguntará por mi palabra?


Al sentido instantáneo de la eternidad

corresponde este encuentro

investido de hilo negro,

pero a tu despedida temporal,

tan sólo corresponde lo inmutable,

tu criatura, el alma, mi palabra.



Deshojación sagrada


¡Luna! Corona de una testa inmensa,

que te vas deshojando en sombras gualdas

Roja corona de un Jesús que piensa

trágicamente dulce de esmeraldas.


¡Luna! Alocado corazón celeste

¿por qué bogas así, dentro de copa

llena de vino azul, hacia el oeste,

cual derrotada y dolorida popa?


¡Luna! Y a fuerza de volar en vano,

te holocaustas en ópalos dispersos:

tú eres tal vez mi corazón gitano

que vaga en el azul llorando versos...



Desnudo en Barro

Como horribles batracios a la atmósfera,

suben visajes lúgubres al labio.

Por el Sahara azul de la Substancia

camina un verso gris, un dromedario.


Fosforece un mohín de sueños crueles.

Y el ciego que murió lleno de voces

de nieve. Y madrugar, poeta, nómada,

al crudísimo día de ser hombre.


Las Horas van febriles, y en los ángulos

abortan rubios siglos de ventura.

¡Quién tira tanto el hilo: quién descuelga

sin piedad nuestros nervios,

cordeles ya gastados, a la tumba!


¡Amor! Y tú también. Pedradas negras

se engendran en tu máscara y la rompen.

un sexo de mujer que atrae al hombre!.



YUNTAS

Completamente. Además, ¡vida!
Completamente. Además, ¡muerte!

Completamente. Además, ¡todo!
Completamente. Además, ¡nada!

Completamente. Además, ¡mundo!
Completamente. Además, ¡polvo!

Completamente. Además, ¡Dios!
Completamente. Además, ¡nadie!

Completamente. Además, ¡nunca!
Completamente. Además, ¡siempre!

Completamente. Además, ¡oro!
Completamente. Además, ¡humo!

Completamente. Además, ¡lágrimas!
Completamente. Además, ¡risas!...

¡Completamente!



Idilio muerto


Qué estará haciendo a esta hora

mi andina y dulce Rita de junco y capulí;

ahora que me asfixia Bizancio,

y que dormita la sangre,

como flojo cognac, dentro de mi.


Dónde estarán sus manos que en actitud contrita

planchaban en las tardes blancuras por venir;

ahora, en esta lluvia que me quita las ganas de vivir.


Qué será de su falda de franela; de sus afanes; de su

andar;

de su sabor a cañas de mayo del lugar.


Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,

y al fin dirá temblando: "¡Qué frío hay... Jesús!"

Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.



Piedra negra sobre una piedra blanca

Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo.

Me moriré en París -y no me corro-

tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.


Jueves será, porque hoy, jueves, que proso

estos versos, los húmeros me he puesto

a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,

con todo mi camino, a verme solo.


César Vallejo ha muerto, le pegaban

todos sin que él les haga nada;

le daban duro con un palo y duro


también con una soga; son testigos

los días jueves y los huesos húmeros,

la soledad, la lluvia y los caminos...


EL POETA A SU AMADA


Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso,
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche rara en que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.



La rueda del hambriento

Por entre mis propios dientes salgo humeando,

dando voces, pujando,

bajándome los pantalones...

Vaca mi estómago, vaca mi yeyuno,

la miseria me saca por entre mis propios dientes,

cogido con un palito por el puño de la camisa.


Aún aquella piedra en que tropieza la mujer que ha dado a luz,

la madre del cordero, la causa, la raíz,

¿ésa no habrá ahora para mí?

¡Siquiera aquella otra,

que ha pasado agachándose por mi alma!

Siquiera

la calcárida o la mala (humilde océano)

o la que ya no sirve ni para ser tirada contra el hombre

¡ésa dádmela ahora para mí!


Siquiera la que hallaren atravesada y sola en un insulto,

¡ésa dádmela ahora para mí!

Siquiera la torcida y coronada, en que resuena

solamente una vez el andar de las rectas conciencias,

o, al menos, esa otra, que arrojada en digna curva,

va a caer por sí misma,

en profesión de entraña verdadera,

¡ésa dádmela ahora para mí!


¿Un pedazo de pan, tampoco habrá para mí?

Ya no más he de ser lo que siempre he de ser,

pero dadme

una piedra en qué sentarme,

pero dadme,

por favor, un pedazo de pan en qué sentarme,

pero dadme

en español

algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarse

y después me iré...

Hallo una extraña forma, está muy rota

y sucia mi camisa

y ya no tengo nada, esto es horrendo.



Los heraldos negros


Hay golpes en la vida, tan fuertes...Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma... ¡Yo no sé!


Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.


Son las caídas hondas de los Cristos del alma,

de alguna fe adorable que el Destino blasfema.

Esos golpes sangrientos son las crepitaciones

de algún pan que en la puerta del horno se nos

quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,

como

cuando por sobre el hombro nos llama una

palmada;

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido

se empoza, como charco de culpa, en la mirada.


Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


Masa


Al fin de la batalla,

y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre

y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Se le acercaron dos repitiéronle:

"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,

clamando "¡Tanto amor y no poder nada contra la

muerte!"Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Le rodearon millones de individuos,

con un ruego común: "¡Quédate hermano!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Entonces, todos lo hombres de la tierrale

rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;

incorporóse lentamente,

abrazo al primer hombre; echóse a andar...



Epístola a los transeúntes


Reanudo mi día de conejo

mi noche de elefante en descanso.


Y, entre mí, digo:

ésta es mi inmensidad en bruto, a cántaros

éste es mi grato peso,

que me buscará abajo para pájaro

éste es mi brazo

que por su cuenta rehusó ser ala,

éstas son mis sagradas escrituras,

éstos mis alarmados campeones.


Lúgubre isla me alumbrará continental,

mientras el capitolio se apoye en mi íntimo derrumbe

y la asamblea en lanzas clausure mi desfile.


Pero cuando yo muera

de vida y no de tiempo,

cuando lleguen a dos mis dos maletas,

éste ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara

en pedazos,

ésta aquella cabeza que expió los tormentos del

círculo en mis pasos,

éstos esos gusanos que el corazón contó por

unidades,

éste ha de ser mi cuerpo solidario

por el que vela el alma individual; éste ha de ser

mi ombligo en que maté mis piojos natos,

ésta mi cosa, mi cosa tremebunda.


En tanto, convulsiva, ásperamentec

onvalece mi freno,

sufriendo como sufro del lenguaje directo del león;

y, puesto que he existido entre dos potestades de

ladrillo,

convalezco yo mismo, sonriendo de mis labios.



Los nueves monstruos

I, desgraciadamente,

el dolor crece en el mundo a cada rato,

crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,

y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces

y la condición del martirio, carnívora voraz,

es el dolor dos veces

y la función de la yerba purísima, el dolor

dos veces

y el bien de sér, dolernos doblemente.


Jamás, hombres humanos,

hubo tánto dolor en el pecho, en la solapa, en la

cartera, en el vaso, en la carnicería, en la arimética!

Jamás tánto cariño doloroso,

jamás tan cerca arremetió lo lejos,

jamás el fuego nunca

jugó mejor su rol de frío muerto!

Jamás, señor ministro de salud, fue la salud

más mortal

y la migraña extrajo tánta frente de la frente!

Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,

el corazón, en su cajón, dolor,

la lagartija, en su cajón, dolor.


Crece la desdicha, hermanos hombres,

más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece

con la res de Rousseau, con nuestras barbas;

crece el mal por razones que ignoramos

y es una inundación con propios líquidos,

con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función

en que el humor acuoso es vertical

al pavimento,

el ojo es visto y esta oreja oída,

y esta oreja da nueve campanadas a la hora

del rayo, y nueve carcajadas

a la hora del trigo, y nueve sones hembras

a la hora del llanto, y nueve cánticos

a la hora del hambre y nueve truenos

y nueve látigos, menos un grito.


El dolor nos agarra, hermanos hombres,

por detrás de perfíl,

y nos aloca en los cinemas,

nos clava en los gramófonos,

nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente

a nuestros boletos, a nuestras cartas;

y es muy grave sufrir, puede uno orar

Pues de resultas

del dolor, hay algunos

que nacen, otros crecen, otros mueren,

y otros que nacen y no mueren, otros

3 comentarios:

  1. Anónimo26/11/09

    a mi me gustan los poemas de vallejo por que tiene mucho sentimentalismo y mas me gusta el poema a mi hermano miguel porque da a entender que el tiene aun el recuerdo de su hermano cuando murio y cuando jugaban de pequeños no se olvida de eso

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  2. xiomara vigil26/11/09

    a mi me gustan los poemas de vallejo ya que se diferencia de otros poetas y aparte sus poemas se refieren a la familia,el amor,la muerte,etc
    xiomara vigil

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  3. Hola, Xiomara

    No enviaste tu trabajo sobre la lectura de Valdelomar.

    Con respecto a Vallejo por qué otras razones Vallejo es para ti un autor singular. Explicanos ello, por favor.

    Hasta pronto.

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